Todos hemos abierto una bolsa de patatas fritas para llevarnos una desilusión al comprobar que la mitad del contenido es aire. En realidad, ese aire sirve para conservar el producto y protegerlo frente a los golpes. El problema surge cuando el fabricante empieza a echar cada vez menos patatas para poner más aire... pero manteniendo el precio (en el mejor de los casos). Es lo que se conoce como reduflación y la estamos sufriendo ahora mismo.
¿Qué es la reduflación?
En economía, la reduflación es una técnica que utilizan las empresas para reducir el tamaño o la cantidad del producto mientras que los precios se mantienen o aumentan. Es decir, que optan por reducir las cantidades sin alterar el tamaño de los envases en lugar de subir los precios. Se trata de una herramienta de marketing para encubrir una inflación o una subida de precio mal disimulada.
El término procede del inglés shrinkflation, un acrónimo de shrink (reducción) y flation (que se refiere a la inflación).
Todos hemos sido víctimas de esta estrategia de las marcas. Las chocolatinas pesan menos, los helados son más pequeños, las cajas de cereales están más vacías y los tubos de pasta de dientes traen un poco menos de pasta de dientes.
Esta maniobra torticera no es nueva. Sin embargo, con los precios disparados, una situación caótica en el mercado a causa de la guerra entre Ucrania y Rusia, el paro de los transportistas y los últimos coletazos de la pandemia del coronavirus, las marcas han vuelto a poner de moda estas argucias.
¿Cómo nos afecta la reduflación?
Obviamente, la primera consecuencia de la reduflación es que pagamos más por el producto. Sin embargo, al mantener el precio (o subirlo ligeramente), los consumidores muchas veces no son conscientes de la treta y siguen comprando el producto sin alterar su rutina. Si en lugar de tocar las cantidades se subieran los precios, muchas personas optarían por comprar otras marcas o directamente no consumir.
¿Es legal?
La reduflación es una táctica engañosa, pero es legal. Los fabricantes en realidad no están haciendo nada prohibido, y al final viene a ser lo mismo que ofrecer las mismas cantidades por un precio más alto.
Además, muchas marcas se escudan en consignas saludables cuando se trata de comida basura (al ofrecer menos cantidad, consumes menos azúcar). En menos palabras, está feo, pero puede hacerse.
Entonces, ¿qué puedo hacer para evitar sus efectos?
Los economistas recomiendan poner en práctica ciertas rutinas a la hora de hacer la compra para que la reduflación no nos afecte tanto. Algunos trucos son:
- Consulta el precio por kilo de los productos.
- Desconfía de los cambios de peso o tamaño de los productos de un fabricante.
- No de dejes engañar por las ofertas tipo 3x2 o porcentajes de productos gratis, ya que muchas veces implican pagar más por menos.
- Evita comprar siempre los mismos productos de los mismos fabricantes.
- Haz la compra con la cabeza y no con el estómago o el corazón.