¿Cómo podemos hacer de nuestra vida algo extraordinario? ¿Cómo podemos convertirnos en librepensadores? ¿Y cómo podemos cambiar el mundo, ser inconformistas y ver las cosas desde otro punto de vista? El profesor John Keating nos dio la respuesta hace ahora 31 años: la poesía. Porque la poesía es una de esas cosas extraordinarias que alimenta nuestro espíritu y nos mantiene vivos. La película El club de los poetas muertos (1989) es un clásico del cine que nos enseñó valiosas lecciones de vida. ¿Te animas a repasarlas con nosotros?
Las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo
A finales de los años 50, los alumnos de la academia Welton, una elitista escuela masculina de Nueva Inglaterra, reciben a un nuevo profesor de literatura. Pero nada les podía preparar para el peculiar método de enseñanza del señor Keating. Mostrando un entusiasmo refrescante y una pasión asombrosa por la vida, el nuevo profesor expandirá los horizontes de unos jóvenes que aprenderán acerca de la libertad individual, el libre pensamiento y el inconformismo.
El club de los poetas muertos no solo está plagada de maravillosas enseñanzas vitales, sino que además cada uno de sus fotogramas está impregnado de la magia de las películas de los 80. Hace 40 años el cine se atrevía a plasmar historias que hoy en día nos parecen impensables. Tan impensables y osadas como el método de enseñanza de John Keating, ese profesor que se sale de una encorsetada disciplina y nos muestra los amplios horizontes del mundo. ¿Quién no ha soñado alguna vez tener al señor Keating como maestro?
Robin Williams borda a la perfección un papel que, más de 30 años después, nos sigue enseñando que la vida está hecha para soñar, para romper moldes y caminar por caminos intransitados. Sobrecoge pensar que, Williams, que tanto tenía en común con su personaje, se suicidaría unos años después, tras una titánica lucha contra la depresión y una terrible enfermedad neurodegenerativa. Unos jovencísimos Ethan Hawke y Robert Sean Leonard (el doctor Wilson de House) completan un reparto lleno de testosterona y drama adolescente. Tal vez esta película no pase el test de Bechdel pero, ¿a quién le importa?
Haz que cada día de tu vida sea extraordinario
En su primera lección, el señor Keating les habla a sus alumnos de la idea del carpe diem. Aprovecha el día. Aprovecha el día, porque tal vez el mañana nunca llegue. En estos días inciertos, de coronavirus, desasosiego y desescalada no hay que olvidar que en este remanso también se ve la vida pasar, como nos canta Rozalén.
Y no hay mejor momento que este para reflexionar acerca de las enseñanzas del señor Keating. Porque hay que esforzarse por pensar fuera de la caja, en luchar por lo que nos apasiona y no conformarnos con lo ordinario. En estos días, que hemos descubierto que anhelamos más el calor de un abrazo que lo que hemos considerado tradicionalmente como los grandes lujos de la vida, es más importante que nunca subirnos a la mesa y cambiar nuestro punto de vista para ver las cosas desde otro punto de vista.
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje aún no ha terminado, pero el puerto está cierta y ya se empiezan a oír las campañas. Todos somos alimentos para gusanos, pero podemos aprovechar cada día para que nuestras vidas sean extraordinarias.