Hoy en día, tener coche es prácticamente un lujo. No solo por los gastos que supone, sino por el elevado precio del combustible. No obstante, el vehículo privado sigue siendo en muchos casos la única alternativa para muchas personas. Por eso surgen modelos híbridos como el carpooling para ahorrar dinero y, de paso, contaminar menos.
¿Cómo funciona el carpooling?
El carpooling o vehículo compartido es una práctica que consiste en compartir un coche con otras personas para realizar viajes periódicos o desplazamientos puntuales. Es decir, que se trata de una forma económica de moverse en coche sin tener uno (o de compartir gastos, en el caso del propietario).
Esta práctica no es nueva, ya que compartir coche es algo habitual entre compañeros de trabajo que viven cerca. No obstante, la expansión de internet y de las apps móviles han revolucionado este método de transporte. Es el modelo de negocio en el que se basa BlaBlaCar, que pone en contacto a conductores con viajeros para compartir vehículo y gastos en un viaje programado.
Pero no solo permite ahorrar dinero a todos los implicados, sino que también es bueno para el medioambiente, puesto que se reducen las emisiones de CO2. No obstante, la mayoría de viajeros que optan por el carpooling lo hacen pensando en su bolsillo.
¿En qué se diferencia el carpooling del carsharing?
La fórmula del carpooling es similar a la del carsharing, pero con ciertas diferencias. Para empezar, en el carpooling los usuarios conducen su propio vehículo, mientras que el carsharing es más bien como un alquiler de un coche ajeno por horas (o por distancia recorrida).
Además, el servicio de carsharing solo suele estar disponible en el centro de las ciudades y es necesario que los usuarios se hagan socios o se registren en una plataforma. Por otro lado, existen dos modalidades de carsharing, que dependen de si el vehículo es propiedad de una empresa o si se trata de un sistema de préstamo entre particulares.
El carsharing se configura así como un método alternativo para disponer de un coche en cualquier momento, pero sin ser propietario y sin tener que pagar ITV, revisiones, reparaciones, seguro... Asimismo, es mucho más rápido que el alquiler de coches tradicional, ya que basta con rellenar el formulario de una app desde un teléfono móvil.