Han transcurrido diez años desde el final de aquel viaje, desde que se cerraron esos ojos. Y nada ha vuelto a ser igual. La historia de los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic Airlines fue una de las series de ficción que más profundamente marcó la historia de la televisión. Lost (Perdidos) nunca fue una serie pensada para dar respuesta a todas nuestras preguntas... pero qué viaje fue aquel.
¡Tenemos que volver!
La polémica serie de J. J. Abrams y Damon Lindelof llegó a España en un momento en el que las televisiones maltrataban este tipo de contenidos. Emisiones de capítulos en orden aleatorio, cambios de programación en el último momento, cancelaciones... Seguir series como la magnífica ER (Urgencias) en la televisión española fue toda una odisea en los años 90. Sin embargo, Lost lo cambio todo.
De repente había una serie en España que veía todo el mundo y no era Médico de familia o Compañeros. Lost nos unió comentando los capítulos mientras nos tomábamos el café el lunes por mañana, compartiendo teorías locas y defendiendo a unos u otros personajes a muerte, como si fueran equipos de fútbol.
Todos vimos con sorpresa un capítulo piloto doble que nos llevaba hasta una isla (aparentemente desierta) con más misterios de los que los guionistas pudieron resolver. El tercer episodio nos regaló una escena fantástica con la canción 'Wash Away', de Joe Purdy. Pero todos recordamos el momento exacto en el que esta serie nos enamoró perdidamente. Para la mayoría de los espectadores fue esta escena del cuarto capítulo en la que el enigmático John Locke nos encogía el corazón gritando una y otra vez: "¡No me digas lo que no puedo hacer!". (Han pasado diez años desde el final, pero cuidado con los spoilers si no has visto la serie.)
El resto es historia de la televisión. Los giros de guión, los cliffhangers, los enigmas... Fue un viaje intenso, sorprendente y extraordinario. El final fue insatisfactorio, pero el recorrido para llegar hasta allí fue maravilloso.
Hoy en día, tanto la parrilla televisiva como las plataformas de vídeo bajo demanda están plagadas de series míticas que todos devoramos con auténtica devoción. Lost fue la serie que abrió camino a todas las demás, la que nos hizo darnos cuenta de que la historia más grande jamás contada también puede narrarse en formatos pequeños.
Vivir juntos, morir solos
El coronavirus y la inminente crisis económica que acerca nos están obligando a librar una batalla en sociedad. Ahora es un excelente momento para recordar aquella frase legendaria de Jack Shephard: "Si no podemos vivir juntos, vamos a morir solos".
En Italia apuntaban muy acertadamente al comienzo de la pandemia que a nuestros abuelos les pidieron que fueran a la guerra, a nosotros solo nos piden que nos quedemos en casa. ¿Qué nos está pasando? ¿De dónde sale toda esta crispación, este odio? Como decía Jack, necesitamos empezar a pensar en cómo vamos a sobrevivir. Y no solo a la pandemia, también a la sociedad.
A todos nos supo amargo el final de Lost, lleno de interrogantes y preguntas sin resolver. Más o menos, como la situación que estamos viviendo ahora. No sabemos nada, tenemos miedo y estamos asustados. Pero es el momento de hacer un esfuerzo, ser más solidarios y trabajar nuestra sensibilidad. Y, si todo se tuerce, siempre podemos ponernos La constante (el quinto capítulo de la cuarta temporada) y disfrutar de un sencillo momento de felicidad humana a través de una inocente llamada de teléfono. Al fin al cabo, pase lo que pase, Desmond Hume es nuestra constante.