Hay personas que cambian de trabajo como quien cambia de chaqueta. No todo el mundo puede permitirse ese lujo, aunque es una tendencia imperante dentro del mercado laboral. ¿Pero cambiar de trabajo constantemente es algo bueno o algo malo para nuestro CV? ¿Qué dicen de nosotros estos cambios continuos?
¿Qué piensan las empresas de las personas que deciden cambiar de trabajo a menudo?
Hace unas décadas, lo normal era entrar en una empresa y trabajar en ella hasta alcanzar la edad de jubilación. Sin embargo, hoy en día los empleos no son tan estables como antes, y lo más habitual es cambiar varias veces de trabajo a la largo de la vida laboral.
Con el tiempo, la tendencia ha derivado en una gran predisposición para cambiar de trabajo a menudo. Es más, movimientos como la gran dimisión en Estados Unidos dejan claro que cada vez más personas están dispuestas a renunciar a su trabajo en busca de algo mejor. Especialmente después de la pandemia del coronavirus, puesto que los trabajadores exigen que las empresas cambien las encorsetadas reglas de juego prepandemia.
La flexibilidad no es mala de por sí, especialmente cuando el salto es a mejor. ¿Pero cuántos cambios de trabajo o empresa se consideran demasiados?
Los expertos en recursos humanos creen que la falta de compromiso con sucesivas empresas puede ser muy perjudicial para el trabajador. Un CV que refleja demasiados cambios de trabajo provoca cierta desconfianza en los reclutadores, ya que los saltos se pueden interpretar como una huida del trabajador cuando sus faenas se complican.
No obstante, no es lo mismo saltar de un trabajo a otro que dejar varios meses en blanco entre empleos. El primer caso siempre es preferible, ya que representa la gran demanda por los profesionales cualificados del sector (y la fuga de talento). Por otro lado, estar varios meses en el paro puede verse como una falta de interés que surge ante las dificultades de un empleo... aunque muchas veces no sea el caso.
¿Cada cuánto tiempo debería cambiar de empleo?
Cambiar de trabajo siempre es correcto si la situación lo requiere. Un incumplimiento injusto de contrato o una cultura laboral tóxica son razones más que suficientes para recoger los bártulos y marcharse con la música a otra parte.
Pero, si no es el caso, debemos buscar el punto de equilibrio que no genere desconfianza o sensación de falta de compromiso en los reclutadores. Según los expertos entrevistados por el canal CNBC, el periodo óptimo sería a partir de los 18 meses como mínimo. Sin embargo, si la relación laboral se alarga entre los tres y cinco años, la imagen del profesional mejorará a ojos de otras empresas.
Curiosamente, estos plazos pueden llegar a ser difíciles de cumplir, especialmente por parte de los trabajadores más jóvenes. Y es que, cuanto más baja es la edad del trabajador, más probabilidad hay de que salte antes a otra empresa.