El 7 de octubre es la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, un día que se celebra a nivel internacional para promover el trabajo decente, los empleos seguros y los salarios dignos. Esto significa que trabajo decente y justicia salarial van de la mano, una unión que va a cobrar especial importancia en la campaña de 2022.
¿Cómo se relacionan el trabajo decente y la justicia salarial?
El concepto de trabajo decente reúne las características básicas que debe tener toda relación laboral según los estándares internacionales. Por lo tanto, para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se trata de generar oportunidades "para que todos los hombres y mujeres accedan a un empleo en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana".
En general, el trabajo decente sirve para generar ingresos sobre la base de un sistema de derechos y protección social, impulsando así el progreso social y económico que contribuye al bienestar social. Para eso hacen falta trabajos seguros y salarios justos.
Sin embargo, este año estamos inmersos en una situación económica preocupante. La inflación galopante que ha venido motivada por el aumento de precios de los alimentos, la energía y otros productos básicos está llevando a muchas familias a una situación de pobreza.
El incremento del coste de vida no se ha equilibrado con la subida de los salarios, lo que da lugar a mayores desigualdades en un mundo en el que hay cada vez más pobreza. Por ese motivo, este año se ha escogido la justicia salarial como lema de la campaña de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.
¿Un salario digno?
A esto hay que sumar el hecho de que nuestros salarios hoy en día son inferiores a los de hace 20 años y que aún se está luchando por alcanzar la igualdad salarial. Aunque todos somos conscientes de que se debe pagar un sueldo justo y proporcional al esfuerzo realizado, esto no siempre ocurre.
Según la Confederación Sindical Internacional (CSI), la justicia salarial es "una piedra angular del contrato social entre trabajadores y trabajadoras, gobiernos y empleadores que se ha roto en aras de la codicia corporativa". Además, señala como las causas de la ruptura del contrato social "las decisiones deliberadas por parte de los gobiernos, la represión antisindical y la incapacidad de garantizar una legislación laboral justa".
En cualquier caso, no cabe duda de que algo se ha roto en el sistema. Y la solución no es nada sencilla. ¿O tal vez sí?