Todos (o casi todos) nos proponemos la noble misión de ahorrar dinero. El problema es que no es una tarea sencilla. La inflación, la subida de precio de los alimentos, las facturas, los gastos diarios, las tentaciones, los caprichos... Ante los enemigos del ahorro, son muchos los que se proponen apuntarse a retos económicos. La es que, por muy buenos que sean los consejos de ahorro, no suelen funcionar. ¿Alguna vez te has preguntado por qué no eres capaz de ahorrar dinero? Hay dos motivos principales.
No soy capaz de ahorrar dinero: ¿En qué estoy fallando?
El ahorro programado, el reto de las 52 semanas, la regla del 50-30-20... Todos conocemos algún reto de ahorro que nos anima a mejorar nuestra salud financiera. Pero, en la práctica, los consejos de ahorro no suelen realmente útiles para la mayoría de las personas. Todo se reduce a dos razones.
1. No estamos diseñados para ahorrar
Cuando vamos a un restaurante, sabemos que deberíamos escoger la opción más sana para no perjudicar nuestra salud, pero al final normalmente acabamos eligiendo el poste más calórico de la carta. Con el ahorro ocurre algo similar.
Nos hemos acostumbrado a no pensar en el futuro, un factor que se une a nuestra tendencia innata a valorar más las pequeñas recompensas instantáneas que un premio futuro más grande. Esto nos lleva a elegir el postre menos sano del menú... y a gastar ahora en lugar de ahorrar para después.
Aunque no seamos conscientes, este mecanismo boicotea constantemente nuestros esfuerzos de ahorro, a pesar de saber que es mejor guardar para mañana. Mitigar el efecto es complicado, pero conocer cómo funciona nuestro cerebro nos acerca un paso más a la solución. Es más, cada vez que vayamos a sucumbir a un gasto hormiga o a un capricho inútil, podemos pensar que estamos perjudicando a nuestro yo del futuro.
2. La sociedad no está diseñada para que ahorres
Conocer nuestra tendencia al gasto inmediato no solo nos ayuda a nosotros como consumidores, sino también a las marcas y a los profesionales del marketing. El problema es que utilizamos el conocimiento en sentido opuesto, pues las marcas explotan esta inclinación para que gastemos más.
Piénsalo. Vivimos tan rodeados de anuncios que muchas veces ni nos damos cuenta de que están ahí. Al menos a nivel consciente, porque nuestro subconsciente seguramente sí que esté captando toda esa publicidad, que resulta especialmente peligrosa cuando nos convertimos en víctimas del microtargeting o de anuncios personalizados que se filtran en función de nuestros intereses e historial de búsqueda.
Por lo tanto, nuestro entorno nos empuja incesantemente en la dirección contraria al ahorro. Y, cuando sucumbimos, muchas veces no nos queda otra opción que recurrir a los microcréditos (o los mal llamados mini préstamos online) para solucionar el problema.
Luchar contra las estrategias de las marcas es realmente difícil a no ser que tiremos nuestro teléfono móvil por la ventana. Hay numerosos consejos psicológicos de ahorro, pero no son igual de efectivos para todas las personas. Nosotros ofrecemos varios trucos sencillos para ahorrar dinero, pero el resto depende de cada uno y de su capacidad para resistirse al gasto y a la manipulación de las marcas.