Muhammad Yunnus, catedrático de Economía y premio Nobel de la Paz en 2006, desarrolló el concepto del microcrédito en los años 70. Este modelo de financiación ofrece pequeños préstamos a personas cuyas condiciones de pobreza les impiden obtener un crédito de un banco convencional. En Bangladesh, su país natal, creó el Grameen Bank o "banco de los pobres" en 1976, obteniendo unos resultados muy favorables. ¿Pero debemos considerar los microcréditos como una solución definitiva a la pobreza mundial?
Tres expertos evaluaron la experiencia de los microcréditos en cuanto a su eficacia con buenas intenciones. Sus conclusiones aparecieron publicadas originalmente en Foreign Policy in Focus (FPIP) en 2007, las cuales resumimos en las próximas líneas.
¿Los microcréditos pueden solucionar la pobreza mundial?
Sam Daley-Harris, director de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito
Según Sam Daley-Harris, director de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito, los microcréditos no son la solución a la pobreza global, como tampoco lo son la salud, la educación o el crecimiento económico. La clave radica en que no existe una única solución, sino que el enfoque tiene que ser multidisciplinar.
Ahora bien, cuando se gestiona eficientemente y se dirigen a los más empobrecidos, las microfinanzas pueden ser un instrumento muy poderoso. Para ello, la microfinanciación debe estar diseñada e implementada con cuidado para desembocar en la fortaleza financiera y en un impacto real.
Según un estudio realizado por Shahidur Khandker con los datos de tres instituciones de microfinanzas de Bangladesh, los microcréditos representaban un 40% de la reducción total de la pobreza moderada en las zonas rurales del país. Además, el estudio también concluía que, como efecto indirecto, la pobreza entre los que no recurrieron a este tipo de financiación fue de un 1% anual en el caso de la pobreza moderada y de un 1,3% anual en la extrema.
Otro factor esencial de la microfinanciación es el empoderamiento de las personas. Asimismo, Daley-Harris opina que se deben mejorar los microcréditos en aquellos casos en los que no consiguen cumplir sus promesas y ofrecer una visión poderosa de su alcance y su impacto articulada con objetivos valientes.
Robert Pollin, profesor de Economía y codirector del Political Economy Research Institute en la Universidad de Massachusetts-Amherst
Robert Pollin coincide con Daley-Harris en cuanto que unos microcréditos accesibles a las poblaciones más empobrecidas pueden ayudar a aliviar la pobreza. Pero no son la solución única y definitiva.
Para Pollin, los proyectos de microfinanciación deben estar integrados dentro de un conjunto de iniciativas e instituciones que se respalden mutuamente para que puedan tener un impacto significativo en la reducción de la pobreza. Y, para garantizar el acceso a los prestatarios pobres, primero tienen que poder permitírselos. Esto se consigue ofreciendo subvenciones a gran escala que rebajen el nivel de riesgo para los prestamistas y, por lo tanto, los tipos de interés de los microcréditos.
No obstante, Pollin cree que, para acabar con la pobreza mundial, es necesario centrarse en las estrategias de desarrollo en conjunto. Y, dentro de ellas, se encuentran las iniciativas de microfinanciación como parte de la solución, pero no como solución en sí.
Felicia Montgomery, asociada de desarrollo de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito
Según Felicia Montgomery, microcrédito es un instrumento eficaz en la lucha contra la pobreza. Teniendo en cuenta que el Grameen Bank y otras instituciones de microfinanzas aportan mucho más que simples "servicios financieros para los pobres", se aplica un enfoque con múltiples facetas en la lucha contra los muchos obstáculos a los que se enfrentan los pobres. Esta perspectiva engloba la integración de la educación para la salud con los microcréditos, formación técnica, algunas nociones de educación financiera y la oportunidad para la autodeterminación.
Por otro lado, Montgomery considera que las empresas de microcréditos tienen que ser sostenibles al mismo tiempo que mejoran las condiciones de vida de sus clientes y crecen para poder brindar sus servicios a otros clientes. Pero, con el fin de sacar a las personas de la pobreza, es necesario ofrecer tipos de interés asequibles, puesto que no se trata de conseguir grandes beneficios.
Los servicios financieros han evolucionado para adaptarse a las necesidades de la vida moderna y también deben atender las realidades a las que se enfrentan los pobres. Pero, para poder marcar la diferencia en las vidas de las personas que viven en situaciones de pobreza extrema con la microfinanciación, hace falta compromiso y una actitud proactiva por parte de las entidades financieras.