Los últimos meses han corrido ríos de tinta acerca del coronavirus. Se publican tantos estudios científicos y papers a diario que es imposible leerlos todos. La inmunidad al virus es uno de los temas más peliagudos. Hay muchas preguntas aún sin respuesta: ¿Soy inmune si ya he pasado el coronavirus? ¿Puedo volver a contagiarme? ¿Es cierto que los anticuerpos solo duran unos meses? ¿Puedo ser inmune aunque haya dado negativo en el test de anticuerpos?
La mayoría de estas preguntas siguen a día de hoy sin respuesta. La ciencia no es magia. Hay que observar, estudiar variables, cotejar datos... y todo eso lleva tiempo. Pero veamos las respuestas que ya nos han dado los científicos.
¿Cuánto duran los anticuerpos del coronavirus?
No se sabe con certeza. Algunas personas que han pasado el virus no desarrollan anticuerpos, mientras que aquellos que sí tienen anticuerpos pueden disponer de niveles normales o demasiado bajos. Los resultados varían incluso entre infectados de una misma cepa.
Parece que tanto los pacientes con síntomas leves como graves, así como los asintomáticos, generan anticuerpos, pero los niveles varían de un caso a otro, sin que todavía se haya determinado la causa. Además, los últimos estudios concluyen que después de dos meses los anticuerpos del coronavirus podrían empezar a ser menos efectivos. No obstante, los investigadores manejan los datos de los pacientes que han tenido el SARS (el virus más parecidoa nuestro coronavirus), que presentaban anticuerpos durante un año o dos como mínimo.
En otras palabras: todavía no se sabe durante cuánto tiempo una persona es inmune tras superar el coronavirus. Por eso, los médicos desaconsejan la emisión de los llamados "pasaportes de inmunidad".
¿Se podría tener inmunidad frente al coronavirus incluso sin anticuerpos?
Sí. Los últimos estudios científicos indican que el cuerpo humano dispone de otros medios de defensa frente a la COVID-19. Y es que, además de anticuerpos, los linfocitos-T (un tipo de glóbulos blancos) pueden hacernos inmunes.
Existen dos tipos de inmunidad: la innata y la adaptativa. La inmunidad adaptativa se divide a su vez entre la derivada de los anticuerpos y la celular (la que ejercen las células llamadas linfocitos T). Lo singular de la inmunidad adaptativa es que deja memoria en el cuerpo, por lo que nos otorga las armas para combatir futuros patógenos.
Por lo tanto, los investigadores indican que lo determinante para saber si una persona es inmune al coronavirus son los linfocitos T. Sin embargo, la prueba para detectarlas es compleja, lenta y poco práctica. Por eso se suelen hacer tests rápidos de anticuerpos IgG e IgM. Si una persona da positivo en anticuerpos IgG, lo más probable es que haya habido una respuesta de linfocitos T.
Es decir, que los anticuerpos no son un marcador real de la inmunidad frente al coronavirus. Eso significaría que incluso las personas que no han desarrollado anticuerpos o tienen niveles muy bajos seguirían siendo inmunes a la COVID-19.
Asimismo, esto también explicaría que, después de más de diez millones de casos en todo el mundo, no se haya descrito una reinfección clara. Hubo algunos ecos en Corea del Sur al respecto, pero al final se demostró que se trataba de la reactivación de un mismo virus que aún no se había superado.
¿Qué es la inmunidad cruzada?
Una de las preguntas que trae de cabeza a los científicos y médicos de todo el mundo es porqué muchas personas infectadas de COVID-19 solo presentan síntomas leves o son asintomáticas. Un estudio recientemente publicado en la revista científica Cell arroja algo de luz con una hipótesis esperanzadora: el cuerpo podría desarrollar cierta inmunidad al nuevo coronavirus tras haber superado otros. Es la llamada inmunidad cruzada.
Hay siete coronavirus identificados. Los humanos nos exponemos anualmente a cuatro de ellos. La mayoría de las personas los supera sin demasiadas complicaciones y, como mucho, se producen catarros o resfriados. Estos catarros suelen activar los linfocitos que ya se habían desarrollado anteriormente.
Los investigadores del Instituto de Inmunología de La Jolla (California), autores del estudio publicado en la revista Cell, expusieron muestras de sangre de personas sanas con fragmentos de la COVID-19 y comprobaron que se producía una reactivación celular de linfocitos T y B. Esto podría explicar (en parte) por qué algunas personas tienen síntomas muy leves o ninguno en absoluto.
Además, también podría concluirse que, si las investigaciones de vacunas contra el SARS no hubieran sido abandonadas, ahora estaríamos un paso más cerca de la vacuna contra el coronavirus. Habrá que seguir esperando. Con mascarilla, distancia social y medidas de seguridad.