Desescalada. Nueva normalidad. Dexametasona. Linfocitos T. Seroprevalencia. PCR. Ingreso mínimo vital. Tormenta de citoquinas. ERTE. Coronabonos. SARS-CoV-2. Gotas de Flügge. Permiso retribuido recuperable. Hidroxicloroquina. Si algo hemos aprendido durante esta cuarenta es un montón de vocabulario nuevo. Uno de los conceptos de los que más hemos oído hablar es la carga viral. ¿Pero qué significa exactamente y por qué es tan importante en la lucha contra el coronavirus?
Carga viral en la enfermedad del coronavirus
Tal y como demuestran los resultados del estudio de seroprevalencia realizado por el Ministerio de Sanidad y el ISCIII en España (una de las mejores investigaciones a nivel mundial), solo el 5% de los españoles ha pasado el coronavirus. Los datos varían mucho de una provincia a otra. Por ejemplo, en Soria la proporción es de un 14,2%, mientras que en Melilla es de un 1,4%. Sin embargo, estos datos son alarmantes en lo que se refiere al personal sanitario, ya que un 10% se ha contagiado, el doble que la población general.
Obviamente, la falta de EPI, mascarillas y equipamiento de protección sanitaria ha sido un factor que ha agravado los contagios entre los trabajadores de la salud. ¿Pero la carga viral también es un elemento a tener en cuenta? ¿Influye la cantidad de virus al que el personal médico ha estado expuesto?
Cuando un virus entra en el cuerpo, invade las células y se replica a sí mismo. La carga viral es una concentración de virus en el organismo. Es decir, este término hace referencia al número de virus medibles en una muestra extraída de un paciente infectado.
Parece lógico que, a mayor carga viral, más probabilidades tiene una persona de ser altamente contagiosa. Esto explicaría que los sanitarios sean especialmente sensibles a la infección. Los médicos, enfermeros y otro personal sanitario han estado en contacto muy cercano con mucha gente infectada de coronavirus, lo que implica que han estado expuestos a dosis muy altas de este patógeno.
Carga viral, diseminación viral y dosis inicial
En palabras más sencillas: no es lo mismo enfrentarse a un virus que a 200. No obstante, la carga viral sigue siendo otra de las incógnitas del coronavirus. Todavía se desconoce cuánto podría afectar la repetida exposición a este virus. De hecho, según las últimas investigaciones, esta "acumulación" de virus en el organismo de una persona no tiene por qué implicar síntomas más graves de COVID-19.
Para empezar, el término "carga viral" es confuso. Lo que se mide en las muestras son las copias de ARN. La expresión se inventó para medir la cantidad de VIH en el plasma sanguíneo, pero el parámetro es menos preciso para las secreciones respiratorias. Por eso algunos virólogos prefieren hablar de "diseminación viral", es decir, la emisión de partículas contagiosas desde el cuerpo de un infectado.
Sin embargo, los estudios publicados sobre coronavirus no se ponen de acuerdo. ¿Hay conexión entre la carga viral y la gravedad de la enfermedad? Algunos virólogos apuntan que es improbable, pero aún no tenemos una respuesta al respecto.
Otros expertos apuntan a la diferencia entre carga viral y dosis infectante. Una mayor dosis inicial del virus aumenta las posibilidades de que nos contagiemos, pero la enfermedad no tiene por qué ser más grave. En el caso de otros coronavirus, como el que causa la enfermedad del SARS, una alta carga viral inicial sí que se asocia con una mayor mortalidad. Asimismo, una alta carga inicial puede provocar una enorme respuesta inmunitaria, problemas para controlar el virus, una gran inflamación y la famosa tormenta de citoquinas.
Lo que sí parece claro es que en los pacientes más graves de COVID-19 la carga viral es mayor que en aquellos que pasan la enfermedad con síntomas leves. Según el Ministerio de Sanidad, con mayor carga viral la transmisión del virus es más intensa y puede durar más tiempo.
David contra Goliat en los hospitales
Las investigaciones resultan interesantísimas. Sin embargo, los sanitarios creen que la explicación es mucho más sencilla que la carga viral y apuntan a sus condiciones de trabajo.
Las primeras semanas, nuestros médicos y enfermeras se enfrentaron a este terrible enemigo casi con palos y piedras. La falta de EPI y el material de calidad deficiente, el contacto con ambientes contaminados y estar expuestos a una mayor dosis infectante son las causas principales de que tantos sanitarios se hayan contagiado de coronavirus.
Lo mejor que podemos hacer para agradecer su increíble labor durante estos últimos meses es tan solo llevar una mascarilla y respetar las medidas de seguridad. A nuestros abuelos les mandaron ir a la guerra; a nosotros nos pidieron que nos quedemos en casa y, ahora, que nos tapemos la boca y la nariz con una mascarilla. No es tan complicado.