No pasa ni un día sin que estemos a vuelta con las mascarillas. El complemento de moda este año se ha convertido en una de nuestras mejores protecciones contra el contagio de la COVID-19. Cada vez más países hacen su uso obligatorio, pero todavía hay algunos que se resisten a quitársela del codo para ponérsela en la cara. Aunque tal vez se arrepientan. Y es que un estudio afirma que las mascarillas pueden ayudarnos a generar inmunidad frente al coronavirus.
¿Nos estamos haciendo inmunes al coronavirus gracias al uso de las mascarillas?
Nuestra vida ha cambiado completamente en los últimos meses. Ahora salir por la calle sin mascarilla se ha convertido en un tabú, desinfectamos nuestra compra con lejía, llevamos las manos pegajosas de tanto frotarlas con gel hidroalcohólico y la paranoia se ha instalado en nuestras vidas. Y así seguirá siendo hasta que llegue la vacuna. ¿O tal vez no?
Mientras los científicos de todo el mundo se vuelcan en la investigación de una vacuna que pueda devolvernos nuestra vida libre de coronavirus, otros analizan los factores que puedan mitigar los devastadores efectos que ha traído la pandemia. Por ejemplo, algo tan simple como llevar mascarilla podría suponer un gran cambio y ayudarnos a desarrollar cierta inmunidad.
En este sentido, los inmunólogos Monica Gandhi y George W. Rutherford, de la Universidad de California, en San Francisco (Estados Unidos) han publicado en The New England Journal of Medicine una hipótesis muy esperanzadora. Según estos científicos, el uso universal de mascarillas podría reducir la gravedad de la infección en los enfermos y aumentar las posibilidades de que los nuevos casos sean asintomáticos.
Según esta hipótesis, la mascarilla actuaría como una "variolización" que reduciría el inóculo o la carga viral. Ahora mismo, disminuir la transmisión y la gravedad de la enfermedad es clave en la lucha contra el coronavirus. Para ello es fundamental reducir el tiempo de exposición y la carga viral. Y por eso es tan importante ponernos la mascarilla, especialmente en espacios interiores.
Es decir, el uso universal de mascarillas ayudaría a mitigar los efectos de la enfermedad y sus síntomas, así como a ralentizar la propagación del virus y reducir el número de casos y las muertes mientras esperamos una vacuna, pero no genera inmunidad como tal. No obstante, esto ya sería todo un triunfo para la humanidad.
La mascarilla: Un escudo para el coronavirus y otras enfermedades respiratorias
Las mascarillas bloquean la entrada de partículas virales por nariz y boca. Este fenómeno fue esencial para frenar y controlar la pandemia de SARS de 2003. Esto también puede ayudar a reducir la propagación de otras enfermedades respiratorias entre la población, como la gripe o los resfriados. Y ahora que está empezando la temporada de gripe y los hospitales empiezan a colapsarse, es muy importante frenar los contagios.
Por lo tanto, la mascarilla (junto con la distancia social y el lavado frecuente de manos) es ahora uno de los mejores métodos de protección frente al coronavirus. La vacuna llegará, pero, mientras tanto, tenemos que hacer lo que esté en nuestra mano para vencer a este enemigo común. Recuerda: póntela, pónsela.