Hoy es 4 de diciembre, el Día Internacional de los Bancos, una conmemoración de reciente creación. ¿Pero por qué dedicamos una jornada especial a esas entidades que no tienen contento a ningún cliente? Todo tiene su explicación.
El Día Internacional de los Bancos y el desarrollo sostenible
Los bancos, como muchas empresas, no pasan por un buen momento. Lejos quedan ya aquellos tiempos en los que las entidades bancarias se peleaban por los clientes y los agasajaban con cuantiosos intereses y todo tipo de regalos. Ahora hemos pasado de un extremo a otro, ya que los bancos nos cobran hasta por respirar. Sin embargo, cumplen una labor muy importante en la sociedad.
Por eso, el 19 de diciembre de 2019 la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 4 de diciembre como el Día Internacional de los Bancos. De esta forma se pretende reconocer el "importante potencial de los bancos multilaterales de desarrollo y otros bancos internacionales de desarrollo a la hora de financiar el desarrollo sostenible". Por otro lado, la ONU también pone en valor la contribución esencial de los sistemas bancarios de los Estados miembros "a la mejora del nivel de vida". Ahora bien, como se suele decir, del dicho al hecho hay un trecho.
Y es que la volatilidad financiera, las desigualdades sociales, los problemas políticos, las crisis, tragedias impredecibles como la pandemia del coronavirus y otros contratiempos hacen que los objetivos de la Agenda 2030 se alejen cada vez más. A esto se suma el profundo endeudamiento de las entidades financieras de todo el mundo, lo que les impide cumplir sus compromisos escudándose en los vaivenes del sistema monetario internacional.
¿Es posible alcanzar un desarrollo sostenible?
Una buena organización, la elaboración de planes de financiación y la correcta administración pueden mejorar la capacidad de ayudar de los bancos para alcanzar un desarrollo sostenible. Se trata de un ambicioso plan de la ONU para satisfacer las dificultades económicas, sociales y ambientales que están sufriendo numerosos países.
Uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad es el cambio climático. Pero, para poder ayudar al planeta, se requiere la restructuración de las bases financieras a nivel mundial. Hay voces que hablan de la necesidad de hacer un radical cambio en la deuda soberana y en el diseño del sistema tributario internacional.
Pero alcanzar un desarrollo sostenible, erradicar la pobreza, luchar contra el cambio climático y acabar con las desigualdades conlleva años de esfuerzo, mucho trabajo en común y el compromiso de todos los gobiernos. Una colaboración a nivel global podría reducir los niveles de incertidumbre mundial, mejorando las posibilidades de operar en el mercado y facilitando las inversiones a largo plazo. Y, aun así, quizá estemos hablando tan solo de una utopía.
De esta forma, los marcos de financiación integrados podrían responder a las dificultades de financiación, a las necesidades de la gente y a la realidad de un escenario mundial cambiante. Algo que, a día de hoy, suena a cuento de hadas.