Se dice que el amor mueve el mundo. Pero, en realidad, lo que en la mayoría de las ocasiones hace que el mundo se mueva es el dinero. El problema es que muchas veces no disponemos del dinero necesario para emprender nuestros proyectos o ni siquiera para que nos den un préstamo. Para esos casos existen los avales. ¿Pero qué es un aval y cómo funciona?
¿Qué es un aval y para qué sirve?
En determinados momentos de nuestra vida puede que necesitemos pedir un préstamo, un crédito o una hipoteca. Sin embargo, cuando solicitamos un importe elevado, la entidad bancaria puede pedirnos un aval.
Un aval es una garantía que asegura el pago de la obligación si el deudor no puede hacerse cargo. Esta garantía puede ser un bien o una cantidad determinada de dinero y funciona como un seguro. Es decir, es un mecanismo de garantía que solo se activa cuando sucede un imprevisto.
En otras palabras, un aval es una garantía de pago: si no podemos pagar una deuda, el avalista se compromete a pagarla por nosotros, ya sea con dinero o con un bien (como una casa). De esta forma, el aval sirve para dar seguridad jurídica a las transacciones económicas y a los préstamos.
¿Cómo funciona un aval?
Imaginemos por un momento que necesitamos 10.000 euros para comprar un coche, pero no disponemos del dinero. Por lo tanto, acudimos a una entidad bancaria para pedir un préstamo.
Pero nuestro banco, que conoce nuestro historial financiero, tiene dudas acerca de si vamos a poder devolver el dinero. En lugar de rechazar nuestra solicitud, nos pide un aval. Y nuestros padres, que siempre están ahí para nosotros, deciden ser nuestros avalistas.
El tiempo pasa y vamos pagando nuestra deuda con el banco mes a mes. Si terminamos de pagar sin problemas, nuestros padres no tendrán que sacar la cartera. Sin embargo, si sufrimos un imprevisto y no podemos pagar, nuestros padres serán los responsables de pagar el resto de la deuda.
Las hipotecas son un caso especial, pues aquí la propia casa que queremos comprar actúa como un aval. De ahí que los bancos exijan la tasación de la vivienda antes de conceder una hipoteca. De esta forma pueden conocer el valor real y ajustar el importe de la hipoteca.
¿Qué tipos de avales existen?
Con carácter general, hay dos tipos de avales. Por un lado, está el aval personal. Aquí una tercera persona (el avalista) asume el pago de una deuda si el avalado no paga. Es el caso descrito en el apartado anterior.
Por otro lado, también tenemos el aval bancario. En este caso, el banco es el avalista, haciéndose responsable de la deuda si el avalado no paga a una tercera persona, que será el acreedor. Lo más habitual en estos casos es que el avalado abone una cantidad mensual al banco para que le avale y pague la deuda si fuera necesario. Uno de los usos clásicos de los avales bancarios son los contratos de alquiler mensual.
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