Los sistemas económicos son complicados y se sostienen sobre delicadas balanzas. Un excelente ejemplo es la inflación. La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios de un mercado durante un periodo de tiempo determinado. Sin embargo, existen varios tipos de inflación que dependen de los movimientos de los precios y otras variables económicas. Veamos qué tipos de inflación hay.
La inflación y sus causas
La inflación se produce cuando los precios de los bienes y servicios de un país o de una economía experimentan un aumento generalizado y sostenido durante un año. Esto implica que podemos comprar menos cosas con la misma cantidad de dinero.
Sin embargo, la inflación no es mala (ni buena), ya que ayuda a reducir el valor de las deudas y, en teoría, ayuda a que los recursos se repartan de manera eficiente para alcanzar un equilibrio de mercado. Por eso, una de las misiones del Banco Central Europeo (BCE) es buscar la estabilidad de los precios manteniendo una tasa de inflación del 2% anual. El problema viene cuando la inflación no va acompañada de una subida de los salarios del mismo valor.
¿Pero cómo surge la inflación? Hay cuatro causas principales de la inflación:
- Por el aumento de la demanda general.
- Por el aumento de los costes de producción.
- Inflación autoconstruida por los productores.
- Por el aumento de la base monetaria.
Tipos de inflación
El aumento de los precios puede ser negativo o positivo e incluir todos los precios o solo a algunos. En función de los movimientos del mercado y las variables económicas, nos podemos encontrar con diferentes tipos de inflación:
- Deflación. Es lo contrario a la inflación, la disminución de precios, y tampoco es buena en sí.
- Reflación. Ocurre cuando se intenta aumentar la inflación ante presiones deflacionarias.
- Desinflación. Descenso en la tasa de inflación cuando los precios suben, pero menos que antes.
- Estanflación. Suele darse en épocas de crisis económica y deriva en un aumento de la inflación y el desempleo, además de un estancamiento del PIB.
- Inflación subyacente. Este indicador muestra la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo, arrojando datos más precisos que la inflación general, ya que excluye los precios de la energía y de los alimentos no elaborados.
Pero, a la hora de estudiar la inflación, también es muy importante tener en cuenta su porcentaje de aumento. Según su magnitud, nos encontramos con los siguientes tipos de inflación:
- Deflación. Inflación negativa, es decir, disminución de los precios.
- Inflación moderada. Es la elevación lenta de los precios, que se mantienen estables con aumentos que no superan el 10% anual.
- Inflación galopante. Aquí el porcentaje de inflación es muy elevado, llegando a triplicarse los precios en un año, provocando una pérdida del poder adquisitivo. Suele surgir como consecuencia de grandes fluctuaciones económicas en un país.
- Hiperinflación. Sucede cuando los precios aumentan más del 1.000% en un año. Esto genera grandes crisis económicas, ya que el dinero de un país pierde casi completamente su valor, de forma que el precio de los bienes y servicios es inaccesible para los consumidores. De hecho, puede llegar a suceder que el valor del dinero sea inferior que el coste del propio material en el que se emite.