Las criptomonedas han supuesto una revolución en el mercado de las inversiones. Sin embargo, en las últimas semanas su valor está sufriendo una caída en picado. Las razones son varias, pero la principal es su impacto medioambiental. ¿Pero cómo perjudican las criptomonedas el medioambiente?
Ascenso y caída de las criptomonedas
Si hay dos cosas que han revolucionado los mercados financieros en los últimos años son las criptomonedas (con el Bitcoin a la cabeza) y las inversiones sostenibles o finanzas verdes. Estas últimas deben su éxito a que cada vez más inversores exigen que las empresas se comprometan con los criterios ASG (o ESG en inglés), criterios medioambientales, sociales y de gobernanza.
El problema es que, en las últimas semanas, ambas estrellas financieras han tomado caminos muy distintos. Resulta que la enorme cantidad de energía que requiere la minería de criptomonedas es altamente contaminante, un "descubrimiento" que ha hecho que los inversores pongan el grito en el cielo.
Es tal la cantidad de recursos informáticos que se destinan a minar criptodivisas que el consumo energético utilizado ha superado el consumo de países enteros. Si buscamos casos concretos, basta con mirar a Argentina: el pasado 10 de mayo la red Bitcoin alcanzó los 148 teravatios por hora frente a los 120 que consume todo el país.
Elon Musk decidió tomar cartas en el asunto el pasado 13 de mayo, cuando anunció en Twitter que su empresa Tesla dejaba de aceptar bitcoines como método de pago para sus vehículos eléctricos a causa de la huella ambiental que produce el uso de combustibles fósiles en la minería de criptomonedas. La respuesta en los mercados financieros fue inmediata, y se produjo una caída del valor del bitcóin. En un más ha perdido más del 50% de su valor.
¿Por qué las criptomonedas son tan dañinas para el medioambiente?
Podríamos pensar que, al ser puramente digitales, las criptomonedas no tienen impacto medioambiental de fabricación. Esto es más o menos así, ya que lo que genera un grave impacto en el medioambiente es la minería de criptomonedas.
Las criptomonedas se generan a través de una red de ordenadores descentralizada compuesta por infraestructuras y superordenadores que requieren potentes sistemas de refrigeración para resolver cálculos complejos. En otras palabras, la alta complejidad de la producción de criptodivisas necesita una gran cantidad de energía, lo que conlleva graves problemas medioambientales. Según un estudio realizado en 2019 por los investigadores del MIT, la huella de carbono de la minería de bitcóin se valoraba entre 22 megatones y 23 megatones de dióxido de carbono.
Las consecuencias no se han hecho esperar. En Irán, por ejemplo, se ha prohibido la minería de criptomonedas durante cuatro meses hasta el 22 de septiembre por los apagones a nivel nacional que está generando el minado de bitcóin. Además, el consumo de la luz ha aumentado cerca de un 30% en algunas ciudades del mundo. Y eso no son buenas noticias para los españoles tras la entrada en vigor de la nueva factura de la luz del 1 de junio.
El futuro de las criptomonedas y el medioambiente
En un mundo en el que los criterios ASG cada vez son más relevantes, las criptomonedas ya han emprendido el camino hacia la sostenibilidad. Al menos han dado sus primeros pasos proponiéndose reducir la huella medioambiental que generan.
El reto para el Bitcoin es enorme, ya que el Ethereum (su principal competidor) lleva la delantera en esta nueva carrera. En este sentido, sus desarrolladores llevan años trabajando para reducir drásticamente el consumo de energía en su cadena de bloques (el sistema de autentificación de las operaciones y de seguridad de la red).
Algunos economistas consideran que el ether podría superar al bitcóin en los próximos años, en parte por ser más respetuoso con el medioambiente. No obstante, su valor aún está muy lejos (el ether está en unos 2.200 euros frente a los 30.500 euros del bitcóin).