Septiembre cada vez está más cerca y, con ese mes, la posible reapertura de los centros escolares. Este año la vuelta al cole se presenta más preocupante que nunca. Sin embargo, esta vez no tiene nada que ver con el fin de las vacaciones o el precio de los libros de texto. Este curso nos enfrentamos a un problema aún mayor: los contagios masivos de coronavirus.
La solución del Gobierno pasa por medidas insuficientes que parecen alejarse mucho de la realidad y de las necesidades que tiene el alumnado. Hablamos con Lorenzo Rodríguez García, doctor en Biología por la Universidad de Salamanca y director del IES Candavera en Candeleda (Ávila), acerca de la vuelta al cole en el curso del coronavirus.
Como director de un instituto en una zona rural, te has enfrentado a retos extra durante la pandemia. Hay alumnos que viven en zonas donde no hay buena conexión a internet y muchos de ellos ni siquiera tienen ordenadores. ¿Qué has hecho en estos casos? ¿El Gobierno os ha dado alguna ayuda?
Bueno, la verdad es que las primeras semanas tras el cierre de los centros escolares fueron un caos a nivel tecnológico. En mi comunidad autónoma (Castilla y León) nos dieron la orden de cierre un viernes y para el lunes teníamos que tener ya un sistema de clases online, del que no disponíamos y para el que muy pocos, por no decir nadie, estaba preparado.
El hecho de que bastantes alumnos no tuvieran buenas posibilidades de acceso a la formación online era un problema añadido, claro, sobre todo porque no teníamos datos concretos al principio. Por eso lo primero que hicimos fue organizar un sistema de seguimiento, coordinado por los tutores de grupo, para detectar situaciones de falta de medios.
Conseguimos habilitar préstamos de ordenadores portátiles para los alumnos que los necesitaban, gracias también a la colaboración de la Cruz Roja local y de una empresa informática que nos donó equipos. La Administración educativa tardó un poco más en responder, pero nos hizo llegar tarjetas prepago de acceso a internet para aquellas familias con una situación económica más complicada.
Sin embargo, es importante comentar que ni los ordenadores ni las tarjetas de conexión a internet arreglaron los problemas. Muchos se debían más a las situaciones familiares en las que se encontraban los alumnos, que no permitían una buena dedicación al estudio. Además, una de las muchas cosas que nos ha enseñado a los educadores esta pandemia es que no podemos dar por sentado que un adolescente, por el mero hecho de ser “nativo digital”, tiene buena competencia con el uso de la tecnología.
A los profesores nos ha sorprendido la cantidad de chicos y chicas con problemas a la hora de manejar información online… y me refiero incluso a cosas tan aparentemente sencillas como el adjuntar archivos y mandar un email. Está claro que tenemos que replantearnos muchas cosas.
Desde fuera, todo el asunto de la vuelta al cole se está viendo con mucha improvisación y poca planificación. ¿Está siendo así también para los profesores?
Sin duda. El caos organizativo era comprensible a mediados de marzo, en una situación imprevista, pero no a estas alturas, cuando ya sabemos que el coronavirus ha venido para quedarse una buena temporada.
Todos estos meses de primavera y verano hemos ido recibiendo instrucciones a cuenta gotas de la Administración educativa… a veces contradiciendo a las anteriores y siempre con una sensación de fondo de ser parches casi improvisados. La sensación que le queda al profesorado, que ha hecho un esfuerzo terrible, aumentando su jornada laboral hasta el máximo para atender todas las demandas que ha supuesto la educación a distancia, es que somos títeres o juguetes.
¿Qué medidas ha impuesto hasta ahora el Gobierno para la vuelta al cole? ¿Cuáles de ellas crees que son efectivas?
Bueno, hay algún cambio en función de la comunidad autónoma, pero, por lo que me cuentan y leo, todas son medidas a medias, ya que acaban chocando con la falta de recursos que viene lastrando siempre a la educación pública. En nuestro caso, las clases vuelven a la “normalidad” en septiembre.
Eso quiere decir que no disminuyen las ratios de alumnos por aula, ni se cambian los horarios ni se hacen turnos. Entre otras cosas, porque parece que el dinero de la Administración educativa da para colocar muchos dispensadores de gel hidroalcohólico, pero no da para contratar a más profesores.
Eso sí, por otro lado, se nos pide vigilar estrictamente que los alumnos usen mascarillas y mantengan la distancia de seguridad de 1,5 metros durante todo el periodo escolar, así como organizar aulas de grupo con poco o ningún contacto con otros grupos (los llamados “grupos burbuja”, sobre todo en educación infantil y primaria).
Y limpiar, limpiar mucho. En nuestro centro contamos solo con dos personas de limpieza, que tienen que desinfectar por norma 14 cuartos de baño tres veces cada mañana, además de las 48 aulas y despachos del edificio.
Algunas de estas medidas son imposibles de aplicar por la falta de personal en los centros docentes. Parece que se está descargando mucha responsabilidad en el equipo directivo de los colegios e institutos. ¿Crees que se van a seguir unas pautas generales o la vuelta al cole va a ser un “sálvese quien pueda”?
Las pautas generales podemos decir que están, pero unas medidas que se basan en exigencias sin dar recursos para cumplirlas no son realmente medidas, sino descargo de responsabilidades. Así que sí, podemos hablar de un “sálvese quien pueda”.
Al final los equipos directivos no solo tenemos que gestionar los recursos que nos da la Administración. Además tenemos que dar la cara frente a alumnos y familias. Y si eso siempre es difícil, imagínate en una situación en la que tener a 30 alumnos agrupados en una misma aula no va solo en contra de la calidad educativa, sino que ahora significa un riesgo para la salud importante.
A modo de anécdota, te puedo decir que en mi instituto tenemos más alumnos matriculados para el curso próximo que los que teníamos este curso pasado. Sin embargo, nos han recortado una plaza de profesor.
Los últimos datos indican que los niños, aunque tienden a no enfermar demasiado, contagian igual que los adultos. ¿Crees que en septiembre estaremos preparados para la vuelta al cole?
Lo dudo. Es verdad que hay unos casos bien estudiados en Corea que demuestran que los niños por encima de diez años se comportan como adultos a la hora de capacidad de transmisión del virus. Mi pasado como biólogo me pierde y estoy siguiendo mucho las últimas publicaciones sobre la COVID-19.
Teniendo en cuenta que el contacto físico es muy difícil de controlar en niños y adolescentes (y además, forma parte de su necesario desarrollo), puede que en septiembre los centros escolares sean un foco importante de contagio. Todo docente con algo de experiencia sabe que los catarros, gripes y gastroenteritis que circulan en los alumnos siempre acaban llegando a los profesores.
Así que, ojalá me equivoque, pero nos podemos encontrar con que los centros escolares sean las nuevas residencias de mayores, en cuanto al papel clave que tuvieron en la transmisión del virus.
¿Crees que deberíamos abrir los colegios y los institutos en septiembre?
La educación presencial tiene que ser una prioridad, por varios motivos. Primero, porque estos meses pasados nos han demostrado que es insustituible y que es imposible lograr los mismos aprendizajes de forma online. Más a edades más bajas, donde se une la importancia de socializar con niños de la misma edad.
Segundo, porque cumple también un importante papel en la conciliación laboral de las familias. Y, tercero, que para mí es lo más importante: la educación pública presencial es la mejor manera de reducir desigualdades sociales.
Teniendo en cuenta esto, si la situación sanitaria no es adecuada, entiendo que se vuelva a una situación de cierre de centros escolares. Eso sí, lo que no puede ser es que se haga todo sin una buena justificación o planificación y que la educación sea siempre la primera perjudicada. No puede ser que se pudieran abrir terrazas y discotecas, pero no institutos, por ejemplo.
¿Cuál es tu propuesta para una vuelta al cole segura?
Todo parte de contar con más personal. Más personal de limpieza y de servicios que atiendan las nuevas circunstancias. Pero, sobre todo, más profesores y bajada de ratios para poder mantener distancias de seguridad en las aulas y que los focos, de producirse, sean más fácilmente controlables.
También es importante que el personal educativo acuda al centro con seguridad y no se vea comprometido en riesgos laborales. La bajada de ratios también podría ayudar ahí.
Otro asunto que me preocupa es que las condiciones laborales de las familias permitan atender a los niños que tengan síntomas compatibles con la enfermedad y no tengan que mandarlos a clase enfermos. Sería impensable tener en las aulas a alumnos con fiebre, por el potencial riesgo que supondría. Pero hasta ahora ha sido el pan nuestro de cada otoño e invierno, cuando llegan las gripes y los catarros.
Por último, pero más importante: en este país hay que darle una vuelta a la importancia que se concede al sistema educativo. Y ya no hablo solo de financiación y ratios, y ni siquiera del coronavirus. Parece que en España el sistema educativo es el paraguas que te olvidas en casa y solo te acuerdas de él cuando descarga la tormenta, y es bastante triste.
No es comprensible que en plena pandemia el Gobierno desarrollara detallados planes de ayuda a sectores como el automovilístico o el turismo, pero no se consensuara un buen plan de rescate de la educación, que además lleva ya años necesitada de un rescate. Creo que es algo sobre lo que debemos reflexionar como sociedad.