La inflación lleva apretando nuestras carteras desde el principio del fin de la pandemia del coronavirus, aunque la guerra entre Ucrania y Rusia desató un catastrófico vendaval del que todavía no hemos empezado a recuperarnos. Pero, pese a la subida de los precios y los malos augurios económicos, los españoles siguen entonando el carpe diem como lema de vida. ¿Cuáles son las causas de que la inflación no haya limitado el gasto en ocio en España?
Inflación y ocio: Dos polos opuestos que no se quieren ni ver
Que en España nos gusta más la fiesta un caramelo a un niño no es ningún secreto. Sin embargo, si la inflación disparada ha cambiando radicalmente nuestra cesta de la compra, nos ha hecho limitar el consumo de energía y está devorando nuestros ahorros, ¿por qué el aumento de precios no ha tenido el mismo efecto en el ocio?
Si has intentado ir a tomar algo a un bar o a cenar a un restaurante en los últimos meses, te habrás dado cuenta de que todos los establecimientos están llenos. Lo mismo ocurre con las tiendas en los centros comerciales, los hoteles, las casas rurales, los gimnasios...
Según los datos de CaixaBank Research, en 2022 se produjo un crecimiento interanual del 32% del gasto con tarjetas en ocio y restauración. Esto significa que los hogares españoles están ajustando su consumo en muchas cosas... pero no en el ocio.
Las razones detrás de esta paradoja económica
¿Cómo se explica este "derroche" en ocio pese a los estragos que está causando la inflación? Una de las principales razones no es otra que la COVID-19.
Si bien es cierto que la pandemia frenó de golpe el crecimiento del país, el ahorro acumulado durante esos meses ha tenido un fuerte impacto en el aumento del gasto en ocio. La incertidumbre y el menor número de oportunidades de consumo favoreció un escenario en el que gran parte de las familias españolas pudo ahorrar dinero.
A esto se suman las ganas de recuperar el tiempo perdido tras el fin de las restricciones y la costumbre tan arraigada que tienen los españoles de consumir fuera de casa. Y también hay que añadir las buenas cifras del empleo, lo que explica que los consumidores no prevén un futuro cercano en el que no tengan ingresos y se permiten el lujo de consumir tirando de ahorros (e incluso de mini préstamos online).
Por lo tanto, aunque la inflación nos siga haciendo limitar el gasto en el supermercado, nos resistimos a que la compra del sábado sea el momento más destacado de la semana. Porque nuestras ganas de fiesta y de brindar no desaparecen ni aunque se acabe el mundo. ¡Chinchín!