Nuestras vidas han dado un vuelco en los últimos meses. Desde que el coronavirus irrumpió en nuestra sociedad nos hemos vuelto locos por la higiene, la mascarilla se ha convertido en un complemento más, los negacionistas se han multiplicado y los abrazos salen muy caros. La nueva normalidad tiene muy poco de "normalidad" y, en medio de esta situación, no han sido pocos lo que han pensado en los pasaportes de inmunidad.
De hecho, el proyecto de cartilla COVID-19 fue una de las flamantes medidas que anunció a finales de julio la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. No obstante, sus compañeros de coalición no tardaron en matizar el asunto e indicaron que se trataría de un mero registro informativo.
No era una iniciativa nueva. Algunos gobiernos habían puesto la posibilidad sobre la mesa, pero el experimento se descartó rápidamente. Veamos por qué los médicos, científicos y expertos desaconsejan la creación de un pasaporte de inmunidad.
6 razones por las que el pasaporte de inmunidad COVID-19 es una mala idea
Imaginemos por un momento un mundo en el que la posibilidad de conseguir un trabajo, alquilar una casa o solicitar un préstamo depende de un análisis de sangre. Parece algo sacado de un futuro distópico, aunque tristemente creíble dentro del marco del año 2020.
El coronavirus paró el mundo hace unos meses. Como consecuencia, a la crisis sanitaria se unió una inevitable crisis económica cuyo alcance aún no está totalmente delimitado. Para intentar poner un freno al desastre financiero, algunos pensaron en los pasaportes inmunitarios.
Así, los que ya han pasado la enfermedad podrían reactivar la economía, volver al trabajo y socializar. La medida ya se impuso en Nueva Orleans durante la plaga de fiebre amarilla, y las consecuencias fueron catastróficas, agravando las desigualdades sociales.
Por otro lado, la OMS ya advirtió el pasado 24 de abril en un comunicado oficial que la emisión de pasaportes de inmunidad no supone ninguna garantía. ¿Pero por qué los expertos de todo el mundo desaconsejan los pasaportes de inmunidad COVID-19?
1. No conocemos cómo funciona la inmunidad al coronavirus
Aun no sabemos el alcance de la inmunidad de las personas que han pasado la COVID-19. No todas desarrollan el mismo nivel de anticuerpos, pero parece ser que desaparecen al cabo de unos meses.
Las esperanzas están volcadas en las linfocitos T, aunque en las últimas semanas se ha oído hablar de un puñado de casos de posibles reinfecciones de cepas diferentes. Si la inmunidad no es permanente (y no parece que lo sea), los pasaportes de inmunidad podrían causar un desastre.
2. Los test no son completamente fiables
A día de hoy no existe ninguna prueba infalible para detectar el coronavirus, ni las PCR, ni los tests rápidos. Y tampoco hay suficientes tests para examinar a toda la población todas las veces que sería necesario. Por otro lado, si recurrimos a los laboratorios privados, no todo el mundo puede costearse un test inmunológico.
3. No hay suficiente población que haya superado el virus
Aunque muchos españoles han sido expuestos al coronavirus, aún estamos lejos de la inmunidad de grupo. Si solo se deja salir de casa a las personas que lo han superado, reactivar la economía y la seguridad del país sería inviable.
4. Es una amenaza para la salud pública
Los pasaportes de inmunidad tienen muchas implicaciones éticas. Si se otorgan privilegios a una parte de la población que ha superado el coronavirus, muchos se lanzarían a exponerse voluntariamente al virus (cosa que ya ha pasado con las disparatadas fiestas de contagios).
5. Es una fuente de desigualdades sociales
Incrementar la vigilancia de la población podría generar desigualdades sociales entre los ciudadanos. Como consecuencia, las minorías sufrirían una mayor discriminación.
Etiquetar a los ciudadanos como inmunoprivilegiados o inmunodeprimidos es preocupante, especialmente en ausencia de una vacuna gratuita disponible a escala universal. Privar a una parte de la población de la libertad de movimientos en función de una certificación inmunológica con respecto al coronavirus no solo es peligroso, también vulneraría los derechos fundamentales de las personas.
6. Adiós a la privacidad
Según la revista científica Nature, los pasaportes de inmunidad de hoy podrían convertirse en los pasaportes biológicos de mañana. Esto podría derivar en otro riesgo de discriminación a la hora de solicitar un empleo, una hipoteca o un seguro. El acceso a la información genética y sanitaria debe guardarse con el máximo celo posible.