El sábado pasado volvimos a atrasar los relojes una hora. A las 3:00 pasaron a ser las 2:00, momento en el que nos despedimos del horario de verano y comenzó el horario de invierno. El cambio de hora supuestamente sirve para ahorrar energía y, por lo tanto, dinero. ¿Pero se cumple de verdad este propósito?
¿Sirve el cambio de hora para ahorrar energía?
La respuesta corta es no, ya que apenas se ahorra energía y casi no vamos a notar el cambio en la escandalosa factura de la luz. Entonces, ¿por qué se sigue cambiando la hora del reloj?
Los cambios de hora se aplican desde hace más de 100 años y su objetivo original era ahorrar energía. Sin embargo, en la actualidad los expertos aseguran que el ahorro energético que se produce con el cambio de hora es mínimo.
En sus inicios, el cambio de hora servía para aprovechar las horas de luz natural, lo que ayudaba a ahorrar energía y dinero. Pero esto tenía sentido hace años, cuando la iluminación implicaba un gran consumo de energía. En la actualidad, el uso de las bombillas led y el avance de las tecnologías en las últimas décadas han reducido el consumo energético de la luz.
Es más, el pasado mes de marzo, cuando cambiamos al horario de verano, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) señaló que el ahorro es muy limitado y depende del lugar geográfico o el clima de la zona. Así, estima un ahorro aproximado del 5% en la factura de la luz.
Además, también indica que hoy en día los hábitos de vida son muy diferentes, empezando por las jornadas de trabajo y la tímida expansión del teletrabajo. Por lo que el cambio de hora, tal y como está justificado a efectos de ahorro, habría que replantearlo.
¿Por qué se sigue aplicando?
Si el ahorro es mínimo y encima el cambio de hora provoca trastornos y alteraciones de los biorritmos, ¿por qué seguimos cambiando la hora?
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) asegura que el horario de invierno es el más adecuado en cuanto a salud, productividad, descanso y rendimiento, tanto escolar como laboral. Su propuesta pasa por cambiar de huso horario, suprimir el cambio de hora y adoptar permanentemente el horario de invierno. El objetivo es tener más horas de luz por la mañana. Pero a nivel de ahorro energético tiene menos sentido.
También hay médicos que indican que lo mejor sería quedarnos con el horario de invierno siempre. Aunque esta idea no despierta demasiadas simpatías entre los españoles, que ven cómo a las 17:00 empieza a atardecer y consumen todas las horas de luz del día en la oficina.
Según el el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), casi el 62% de los españoles quiere que se termine de aplicar el cambio de hora estacional. Además, el 70% prefiere el horario de verano.
El Parlamento Europeo tiene previsto debatir la supresión del cambio de hora tras la consulta no vinculante que realizó la Comisión Europea en 2018. El resultado fue aplastante: un 80% de los europeos prefería quedarse con el horario de verano. Sin embargo, es un debate que no parece encontrar hueco en las agendas de los políticos, y tampoco hay manera de que los Estados se pongan de acuerdo.