Hoy se celebra el Día de la Comunidad Autónoma de Extremadura y también el Día de Asturias. En esta ocasión fijamos rumbo al norte y nos dirigimos al Paraíso Natural de España para celebrar este día examinando la cultura y la elaboración de la sidra natural asturiana. ¡No te podrás resistir a un culín!
La cultura asturiana de la sidra
La sidra natural, junto con la fabada y los quesos (como el queso de Cabrales), son dos de los productos más típicos de Asturias. Sin embargo, en esta región la sidra es mucho más que una bebida, es una cultura. Al igual que en toda España encontramos los bares de tapas, en todas las localidades asturianas hay sidrerías donde los camareros nos sirven culines de sidra natural siguiendo la técnica de escanciado tradicional. La calle Gascona en Oviedo o el barrio de Cimadevilla en Gijón son algunos de los lugares donde se concentran las sidrerías más populares.
Sin embargo, la cultura de la sidra en Asturias va mucho más allá. La sidra asturiana es un símbolo de identidad que comienza en la pomadara, pasa por el llagar y finaliza en el chigre o en las famosas espichas, acompañada de platos típicos y música.
Además, la sidra asturiana tiene la particularidad de que es la única que se escancia en el mundo. El objetivo es obtener la adecuada oxigenación y verter solo la cantidad justa para beberla de un trago (el famoso culín). Pero no se bebe todo, sino que se ha de dejar un poco para limpiar el vaso, ya que se comparte el recipiente. Algo impensable en los tiempos del coronavirus.
Asturias es el principal productor de sidra de España. A lo largo del año se producen más de 45 millones de litros de sidra entre los 80 llagares de la región. No obstante, aproximadamente el 95% se consume en Asturias.
Pero no solo es un excelente aperitivo, sino que también marida de maravilla con los platos tradicionales e incluso se puede utilizar como ingrediente en algunas recetas típicas. Asimismo, es diurética y refrescante, y sus antioxidantes naturales nos ayudan a combatir el envejecimiento prematuro.
¿Cómo se elabora la sidra natural asturiana?
La sidra natural asturiana cuenta con Denominación de Origen Protegida (DOP). Para lograr esa calidad tan solo se utilizan 76 variedades de manzana entre las más de 500 que se producen en esta región.
La elaboración de la sidra comienza en otoño, con la recolección de la fruta. Las manzanas se llevan hasta los llagares, donde son prensadas y trituradas. Después se echan en unos recipientes llamados "duernos" y se machacan con unos mazos de madera, puesto que ningún metal debe de estar en contacto con el producto.
Los restos triturados de la manzana ("magayos") se retiran y se guardan en las maseras, unos recipientes de madera donde se dejan reposar antes de ser prensados dos o tres días después con unas vigas de madera. De aquí se obtiene un primer zumo de manzana o mosto dulce que se deposita en "pipas", unos toneles de 450 litros. Aquí se conserva durante seis meses para que se realice el proceso de fermentación, expulsando gases y espuma. Durante este tiempo hay que rellenar los toneles con la misma cantidad que expulsan para que la fermentación no se detenga.
Una vez finalizada la fermentación, se embotella la sidra y se hace una primera cata en el llagar. Si el sabor y la calidad son los adecuados, se preparan dos botellas: una se guarda en el llagar y otra se envía a Madrid, donde Sanidad debe dar su visto bueno y certificar que la sidra es puramente ecológica y apta para su comercialización.
El resultado es una deliciosa bebida alcohólica de color amarillo brillante con toques verdosos. Es ligeramente espumosa al servirla y su gusto es denso y seco, aunque muy refrescante. ¿No te tomarías ahora ese culín de sidra natural?