El chocolate es un producto que arrasa en todo el mundo. Bombones, tabletas, tartas, coberturas, galletas, salsas... Sea cual sea su presentación, es uno de los alimentos más deseados por los consumidores. No por nada, las cifras de su venta se dispararon durante el confinamiento del coronavirus. ¿Pero por qué celebramos el 13 de septiembre el Día Internacional del Chocolate?
Un día muy dulce
Aunque no se conoce a ciencia cierta el origen del chocolate, la leyenda lo sitúa en México. Allí, el dios Quetzalcoatl regaló el árbol del cacao a los hombres, que años después se llamaría con el nombre científico Theobroma Cacao, que significa en griego “alimento de los dioses”.
Muchos años después, concretamente desde los años 90, celebramos el Día Internacional del Chocolate el 13 de septiembre. Esta fecha se escogió principalmente por el nacimiento de dos hombres.
El primero de ellos es Milton Hershey, el fundador de la empresa estadounidense The Hershey Chocolate Company. Esta compañía es conocida por haber producido chocolate a gran escala a precios accesibles para todos los públicos. Hershey nació el 13 de septiembre de 1857.
Pero la fecha se hizo realmente popular con la propuesta de los franceses de homenajear al escritor británico Roald Dahl. El autor de Charlie y la Fábrica de Chocolate también nació el 13 de septiembre, pero del año 1916. El dueño de la fábrica, Willy Wonka, ha sido interpretado en sendas películas por Gene Wilder en 1971 y por Johnny Depp en 2005.
Curiosamente, el Día Internacional del Chocolate comenzó a celebrarse el 7 de julio, coincidiendo con el Día Internacional del Cacao. De hecho, muchos países aún mantienen esa fecha. Por otro lado, este año el Día del Chocolate es especial en España, puesto que en 2020 se conmemoran los 500 años desde que los primeros granos de cacao llegaron al país. Es una fecha ideal para volver a ver Forrest Gump y saborear esa caja de bombones tan singular.
El chocolate, un vicio sano (en su justa medida)
Todos pensamos en el chocolate como un placer culpable, un vicio que tiene numerosos chocoadictos en todo el mundo. Su alto contenido en azúcar y grasas hace que no sea recomendable comerlo a menudo, pero sus propiedades son casi mágicas si lo consumimos esporádicamente. Por ejemplo, contiene antioxidantes y ayuda a liberar endorfinas, la sustancia que puede atenuar el dolor, el cansancio o la apatía, produciendo una cierta sensación de bienestar y felicidad.
También funciona como estimulante, es un importante prebiótico, ayuda a prevenir enfermedades coronarias y mejora la capacidad cognitiva. Tal vez no sea el sustituto del sexo que la publicidad nos ha vendido durante años, pero consumido en su justa medida es un manjar de dioses, sin duda.