Los tiempos cambian y la tecnología está provocando que surjan nuevas herramientas digitales cada día. Los avances de los últimos años han sido fascinantes y han puesto a nuestro alcance inventos con los que solo podíamos soñar hace una década. Por supuesto, estos avances también han llegado al sector bancario, creando nuevos servicios que amplían y mejoran las prestaciones de los bancos tradicionales. Las DeFi y las fintech son dos de las novedades que han abanderado el cambio. Y, aunque a veces se puedan confundir, se trata de dos conceptos muy diferentes.
DeFi versus fintech
Antes de establecer las diferencias entre ambos términos, primero tenemos que tener claro qué engloba cada uno. Por un lado, tenemos las DeFi o finanzas descentralizadas, un conjunto de sistemas que eliminan los intermediarios del intercambio de valores.
Su propósito es cambiar las estructuras centralizadas tradicionales actuales para descentralizarlas, eliminando a los terceros de confianza. De esta forma, cualquier persona puede crear productos financieros transparentes con los que otro puede interactuar libremente. Así, los bancos tradicionales pasarían a un segundo plano (e incluso desaparecerían).
Las DeFi se ejecutan sobre smart contracts o contratos inteligentes dentro de una blockchain (que nos suenan por las criptomonedas) donde se registran todas las transacciones en un fichero público e inalterable. Este es el germen de un nuevo punto de diversificación económica, aunque su seguridad todavía está por pulir.
Por otro lado, las fintech son compañías financieras que aprovechan los avances tecnológicos para crear productos y servicios económicos capaces de adaptarse a los tiempos modernos y a las características de cada cliente. De este modo, la tecnología permite ofrecer una mejor experiencia de usuario, diseñar plataformas más intuitivas y aportar productos revolucionarios.
Un excelente ejemplo son los microcréditos de Azlo. A través de este innovador medio de financiación, un particular o empresa puede obtener una pequeña cantidad de dinero prácticamente al instante sin papeleos, sin esperas y sin trámites complicados. Los requisitos son mínimos y la intervención del usuario, prácticamente inexistente. Básicamente, el cliente permite el acceso a su cuenta bancaria (a nivel estrictamente consultivo) para que un avanzado sistema informático analice si el cliente va a poder devolver el dinero a tiempo. Esto sirve para que la rueda siga girando y se pueda seguir ayudando a otras personas con necesidades económicas.
Principales diferencias entre fintech y DeFi
Y ahora viene la pregunta del millón. Entonces, ¿en qué se diferencian las fintech y las DeFi? Tras analizar ambos conceptos, podemos detectar las siguientes diferencias:
- Las fintech se estructuran sobre sistemas centralizados, al contrario que las DeFi.
- Los contratos de las fintech se basan en términos legales tradicionales. Por su parte, las DeFi utilizan los contratos inteligentes que se pueden auditar libremente.
- Las fintech vinculan la aprobación de sus servicios a una cadena burocrática simplificada. Sin embargo, en las DeFi la cadena prácticamente desaparece y la aprobación es automática si se cumplen los requisitos impuestos por la plataforma.
- Las fintech utilizan las plataformas bancarias tradicionales para aprobar las solicitudes y hacerles llegar los recursos a los usuarios. Por lo tanto, están dirigidas a la población bancarizada y el dinero puede ser limitado. Pero las DeFi se separan por completo de las entidades bancarias y solo se requiere una wallet o cartera digital para operar con los fondos.
- Mientras las fintech son empresas reguladas que basan su confianza en terceros, las DeFi operan sin confianza y sin terceros. Por lo tanto, de momento las fintech arrojan una mayor seguridad.
- Las fintech trabajan con dinero fíat. Las DeFi utilizan las criptomonedas, los tokens o las stablecoins.