Los precios van a seguir subiendo hasta 2024. Esa es la conclusión a la que llegó ayer la OCDE, que prevé dos años de precios disparados y crecimiento bajo. ¿Por qué debería preocuparnos este dato?
Al menos dos años más de inflación disparada en España
Hacer la compra, llenar el depósito de combustible del coche, poner la lavadora... todas esas actividades cada vez duelen más por la subida indiscriminada de los precios. Todo ha subido de precio, pero los salarios se han mantenido más o menos igual, lo que ha provocado una pérdida del poder adquisitivo de las familias.
Sí, las cosas están mal y no van a ir a mejor a corto plazo. Hay tres razones principales: los efectos de la variante ómicron en la cadena de producción, la elevada inflación y el impacto la guerra de Rusia contra Ucrania.
La OCDE ha pintado un panorama sombrío ante esta incertidumbre. Según sus pronósticos, la inflación media aumentará hasta el 8,1% en 2022 frente al 3,2% de 2021 (recordemos que la cifra ideal está en torno a un 2%) y estará en torno al 4,8% en 2023, mientras que ha rebajado del 5,5% al 4,1% su previsión de crecimiento del PIB español para 2022.
Es decir, que los precios están altos, pero la vida va a seguir encareciéndose. Al menos a corto plazo. Por lo tanto, la economía española aún se queda lejos de recuperar los niveles previos a la pandemia. Asimismo, este escenario de precios altos y bajo crecimiento nos acerca inexorablemente a la temida estanflación.
¿Y qué va a pasar en 2023?
Los datos para 2023 tampoco son buenos. Según la OCDE, el deflactor del PIB (el índice de precios que se usa para medir los precios en lugar del IPC) será superior en 2023 que en 2022, pasando del 3,9% al 4,6%.
También se estima que el IPC promedio de 2023 se situará en el 4,8%. No obstante, la inflación subyacente (la que excluye los precios de la energía y los alimentos) se mantendrá estable en el 4,5% de media durante 2022 y 2023. En otras palabras, se prevé que la inflación se modere el año que viene, pero seguirá siendo elevada.
Por otro lado, existe el riesgo de que el aumento de la inflación se consolide si el mercado de la energía no se estabiliza o si se produce una mayor traslación a los precios finales y a los salarios. Aunque podría ser aún peor si se produce una escalada de la guerra en Ucrania o si surge una nueva variante más virulenta de la COVID-19.
¿Hay solución?
La situación es preocupante, pero no catastrófica. De hecho, la OCDE espera que el acuerdo con Bruselas para limitar el precio del gas (que debería entrar en vigor en junio tras su aprobación ayer por parte de la Comisión Europea) ayude a limitar la inflación general.
Además, sus representantes creen que hay otros factores que podrán favorecer el crecimiento. Entre ellos citan el ahorro acumulado durante la pandemia, el aumento del empleo, los fondos Next Generation de la UE, el paquete fiscal para mitigar los efectos de la guerra o la recuperación del turismo.
No obstante, llaman a moderar el gasto público. Y es que creen que el apoyo fiscal para hacer frente a los efectos de la crisis energética debe estar bien orientado y ser temporal.