El coronavirus no deja de traer cambios a nuestras vidas. Lo ha trastocado todo. De la noche a la mañana cambió nuestra manera de relacionarnos, de hacer la compra (¡hay que desinfectarlo todo con lejía rebajada!), de entretenernos y hasta de trabajar. Las restricciones nos han obligado a permanecer confinados en casa en la medida de lo posible. Como consecuencia, muchos han perdido su trabajo, otros tiran de teletrabajo, algunos están a la espera de tiempos mejores y a unos cuantos les han aplicado un ERTE. El Gobierno ha intentado evitar la destrucción de empleo con una batería de medidas más o menos eficaces. Una de ellas ha sido el permiso retribuido. ¿Pero qué es y cómo se regula?
El permiso retribuido durante la pandemia del coronavirus
Antes de comenzar, repasemos la historia. Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, apareció con cara de circunstancias en el televisor de todos los españoles el pasado 13 de marzo para anunciar que el día 14 se declararía el estado de alarma por la pandemia del coronavirus. Los contagios de COVID-19 durante las dos primeras semanas de marzo hicieron que la mayoría de los hospitales españoles estuvieran al borde del colapso. La famosa curva no dejaba de crecer ante nuestros perplejos ojos, curva que teníamos que doblegar mientras se disparara a niveles estratosféricos.
Con el fin de evitar ese colapso sanitario con el alarmante ritmo de contagios, el Gobierno tomó la decisión de que nuestro sistema productivo entrara "en una especie de hibernación", en palabras de María Jesús Montero, la ministra de Hacienda y portavoz. Sánchez volvió a adueñarse de las cadenas de televisión el 28 de abril para anunciar que se paralizarían todas las actividades no esenciales del 30 de marzo hasta el 9 de abril.
Esto causó una confusión generalizada, ya que los detalles no se publicaron en el BOE hasta pocos minutos antes de la medianoche del domingo. Muchos españoles se fueron a la cama sin saber si al día siguiente tenían que trabajar o no. Esta medida fue confusa y no quedaba muy claro quienes se quedarían en casa los siguientes 15 días. ¿Quiénes perderían su trabajo? Según el Gobierno, nadie, ya que también prohibieron los despidos a partir del 28 de marzo.
De esta forma, del 30 de marzo al 9 de abril se paralizó el sistema productivo, excepto las actividades esenciales y los empleos que se realizaban a través de teletrabajo. Los trabajadores afectados por esta nueva medida ( casi todos de los sectores de industria y construcción) recibieron un permiso retribuido recuperable obligatorio. ¿Pero qué significaba esto?
¿En qué consiste la "innovadora medida" del permiso retribuido?
El permiso retribuido recuperable obligatorio conllevó que los trabajadores no esenciales no pudieran ejercer sus actividades laborales del 30 de marzo al 9 de abril, pero seguirían cobrando esos 15 días. A cambio, una vez haya finalizado el estado de alarma, empresas y trabajadores tendrán que negociar para recuperar de manera flexible esos días no trabajados antes del 31 de diciembre de 2020.
Ante el horror de los empresarios a los que se les ordenaba apartar temporalmente sus bártulos, María Jesús Montero aseguró que se tomarían "medidas para que cuando todo esto pase podamos resucitar y reconstruir nuestro modelo productivo. El sector empresarial sabe la gran capacidad de liquidez que hemos puesto en marcha para ellos, con un riesgo del 80% avalado por el Estado". Los riesgos económicos eran evidentes, pero aún mayores eran los riesgos sanitarios de no aplicar esta medida.
"No ha habido ninguna situación de alarma añadida que hayan planteado los expertos. Los modelos aconsejaban, después de ver las medidas de confinamiento, aprovechar este periodo de Semana Santa para tomar esta medida", añadía la ministra portavoz. Además, aseguró que los técnicos fueron los que recomendaron esta "medida innovadora" del permiso retribuido. El objetivo era evitar una explosión de nuevos casos que complicaría aún más la titánica tarea del sistema sanitario.
¿Y después qué?
A partir del 9 de abril, de vuelta al trabajo o ERTE, no había posibilidad de despido. ¿Y ahora qué? Suele decirse que gobernar es muy similar a una descomunal partida de ajedrez. Cada movimiento tiene repercusión en los siguientes, y es fundamental prever la cadena de consecuencias que se van a producir a continuación.
¿Ha sido acertada la decisión de prohibir los despidos? Los expertos aseguran que las empresas con un grave descenso de ingresos necesitan adaptar su capacidad de producción a la nueva situación, y si los despidos no se producen ahora, se producirán en cuanto la ley lo vuelva a permitir.
No obstante, aunque una empresa anuncie hoy un ERTE, si esta difícil situación se prolonga, el inevitable siguiente paso será la quiebra. Y, con ella, más empleos destruidos. Facilitar la liquidez por parte del Gobierno es un bonito parche, pero un parche, al fin al cabo. Así pues, el desfase entre pagos y cobros aumenta el endeudamiento de las empresas más allá de lo que sus financiadores están dispuestos a soportar.
Por desgracia, mientras los empresarios son perfectamente conscientes de esta situación crítica que les puede llevar a la quiebra, es posible que los políticos estén a por uvas hasta que sea demasiado tarde. Sin duda, vivimos momentos inciertos y tiempos interesantes, como decía la maldición china.