Si estás familiarizado con el implacable mundo de las inversiones, seguro que has oído hablar alguna vez de la volatilidad. Este concepto económico nos ayuda a medir los cambios en los precios y otras características de los activos financieros.
¿Qué es la volatilidad financiera?
La volatilidad es un término financiero que mide la variabilidad de las fluctuaciones o trayectorias de los precios, de los tipos de interés y de la rentabilidad de un activo financiero, entre otros productos financieros. Es decir, mide la intensidad y la frecuencia con la que cambia el precio de un activo o la inestabilidad de los precios en los mercados financieros.
Además, podemos utilizarla para cuantificar el riesgo de una inversión. Si el precio de un activo cambia mucho en el tiempo, su volatilidad es muy alta. En general, una volatilidad alta implica mayor riesgo de inversión. No obstante, aunque en principio es más probable perder dinero invirtiendo en un fondo que presenta una volatilidad alta, no necesariamente tiene que ser así.
¿De qué depende la volatilidad?
La volatilidad de un activo financiero suele mantenerse en el tiempo, pero nada impide que su comportamiento cambie al influir ciertos riesgos. Algunos de ellos son los riesgos de crédito, de liquidez y de precio, así como los riesgos a nivel interno (dependen de la propia empresa y de la confianza que generen en los inversores) y externo (los derivados del entorno económico y político).
¿Qué tipos existen?
Podemos estudiar la volatilidad desde varios puntos de vista. Así, surgen los diferentes tipos:
- Implícita o de mercado. Las variaciones que experimentará un activo en el futuro.
- Histórica. Las variaciones de la rentabilidad en un periodo de tiempo.
- Determinista. Se produce cuando sigue un ritmo estable o con cambios que se pueden calcular con exactitud.
- Estocástica. Surge cuando cambia a lo largo del tiempo de manera desconocida o incierta.
- Real. Las variaciones que se dan durante las negociaciones diarias.
¿Cómo afecta la volatilidad a las inversiones?
La volatilidad se asocia tradicionalmente con los riesgos, por lo que se suele entender que no es buena para las inversiones. Sin embargo, de la misma forma que las variaciones en los mercados financieros y en la bolsa pueden afectar negativamente la rentabilidad, también puede influir positivamente.
Este riesgo debe ser asumido por los inversiones cuando las circunstancias lo aconsejen. Los expertos aseguran que la mejor técnica para gestionar los efectos de estas fluctuaciones es diversificar las inversiones.