Uno de los pilares sobre los que se sostiene el sistema de financiación internacional es el cumplimiento de las obligaciones por parte de los Estados ante sus acreedores. Además, la responsabilidad de los países otorga credibilidad externa y mejora su prosperidad económica. Pero ya ha ocurrido en alguna ocasión el caso de que un Estado incumple sus compromisos y no paga la deuda soberana. ¿Qué sucede en estos supuestos y cuáles son las consecuencias?
La deuda soberana de los Estados
Como ya vimos, la deuda soberana o deuda pública es un mecanismo de financiación que utilizan los países para conseguir el dinero necesario para aplicar sus políticas sociales y de bienestar y cumplir los propósitos establecidos en los presupuestos generales. De esta forma, los ciudadanos y los inversores prestan dinero al Estado, que contrae una deuda a corto, medio o largo plazo.
Cualquier persona puede comprar deuda soberana de un país y adquirir títulos como los bonos y las letras del Tesoro. Tradicionalmente, se entiende que este tipo de deuda es bastante segura y que tiene un riesgo bajo. No obstante, siempre hay cierto peligro de no cobrar los intereses debidos o de no recuperar la inversión. Es entonces cuando hablamos de un impago soberano.
¿Qué pasa si un Estado no paga su deuda soberana?
La deuda pública es una de las inversiones más seguras, porque el deudor es una institución pública con el poder de cobrar impuestos para devolver sus préstamos. Por lo tanto, en principio, la deuda pública es más segura que la deuda de una empresa o de un particular.
Sin embargo, a lo largo de la historia hemos sido testigo de episodios de impago o default de los Estados, anteriormente conocido con el eufemismo "repudio de la deuda pública". Y es que los países pueden decidir unilateralmente dejar de pagar los intereses o el capital de su deuda, e incluso no pagar las deudas del todo o en parte. En estos casos se produce una quita, es decir, una condonación o cancelación de la deuda que implica forzar a los acreedores a renegociar o canjear las deudas por otras con un plazo mayor y a un interés menor.
¿Cuáles son las consecuencias si un Estado no paga su deuda soberana?
Las consecuencias del impago de la deuda soberana son siempre negativas, aunque generalmente son temporales. Las principales son las siguientes:
- Cancelación o reestructuración de la deuda.
- Reducción inmediata de la deuda total del Estado y de los pagos sobre el interés de esa deuda.
- Los acreedores pierden capital e intereses adeudados con la consiguiente devaluación de su riqueza.
- La confianza y la reputación del Estado queda dañada, normalmente de forma temporal.
- Se restringe la capacidad del Estado para obtener crédito del mercado de capitales, endureciéndose las condiciones de financiación.
- Exclusión temporal del Estado de la financiación internacional.
- Posibilidad de que surjan crisis económicas, lo que puede conllevar que aumente el desempleo y disminuyan los servicios estatales.
- Posibilidad de que los prestamistas extranjeros intenten debilitar la soberanía monetaria del Estado deudor, llegando incluso al extremo de declarar la guerra.