El precio de la luz sigue su escalada (aparentemente) imparable. Aunque el pasado 16 de septiembre entró en vigor la ley aprobada por el Gobierno para limitar los beneficios de las centrales productoras, rebajar los impuestos y poner tope a la subida de precios regulados del gas, el parche no ha funcionado. Y es que ayer se registró el lunes más caro de la historia con una cantidad de 249 euros/MWh entre las 21:00 y las 22:00. ¿Hay algo que se pueda hacer para controlar el precio de la luz y su escalada desbocada?
¿Qué consecuencias tiene la subida del precio de la luz?
Como ya vimos, el precio de la luz sigue subiendo por el incremento del coste de los derechos de emisión de CO2, el aumento de la demanda y la revalorización del gas natural en los mercados internacionales. Además, la escasez de materias primas también empieza a afectar al gas, y seguramente será un grave problema en los próximos meses. Y esto no ha hecho nada más que empezar.
Todo esto ha provocado una subida paralela de la inflación sin precedentes, disparándose el IPC al 4%, el máximo en 13 años. Las consecuencias ya las estamos notado todos, pues la cesta de la compra ya es un 4% más cara que hace un año.
Obviamente, estos problemas no vienen solos. A niveles macroeconómicos, el encarecimiento de la energía y de la electricidad implica un descenso de la competitividad. Si a las empresas les sale más caro producir, tienen que vender más caros sus productos, lo que también supone más impuestos para el consumidor final.
En términos microeconómicos, como ya se está notando en el bolsillo de los españoles, esta escalada de precios conlleva una reducción del poder adquisitivo. Y es que las familias cada vez tienen que gastar más dinero en electricidad, combustible, productos básicos y prácticamente en el resto de artículos.
Cómo controlar el precio de la luz
Una de las principales funciones de los bancos centrales es limitar la inflación y mantenerla estable en aproximadamente el 2%. Tanto una inflación disparada como la deflación pueden dañar gravemente la economía de un país. Por eso, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) han tomado cartas en el asunto para analizar la situación.
Inicialmente, sus conclusiones indicaban que se trataba de una situación temporal y que los precios de la energía se irían normalizando con el tiempo. Sin embargo, ahora ha quedado claro que es un problema más grave y que no se trata de una consecuencia de la rápida reapertura de la economía tras la pandemia del coronavirus. De hecho, parece tratarse de un problema estructural relacionado con el proceso de transición energética hacia fuentes más sostenibles.
¿Pero se puede hacer algo para controlar el precio de la luz? Como la inflación está muy por encima del objetivo del 2%, la propuesta de la Fed ha sido reducir sus compras de deuda soberana desde el próximo mes de noviembre y ha sugerido que los tipos podrían subir a finales de año. Previsiblemente, el BCE seguirá sus pasos, lo que podría suponer la retirada de los estímulos económicos para la recuperación con el objetivo intentar contener la inflación.
Si se tiene en cuenta que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha lanzado una consulta pública previa relativa a la reforma de la tarifa regulada de la electricidad (PVPC), parece que nuestros gobernantes andan escasos de ideas. En otras palabras, nos tocará seguir poniendo lavadoras de madrugada durante mucho tiempo.