Has visto algo que te ha enamorado en una tienda online. Te lo vas a comprar, ¡te lo mereces! Pero llega la hora de pagar y vienen los problemas. ¿Te fías de dar los datos de tu tarjeta de crédito? Los casos de robo de datos bancarios son frecuentes. ¿Entonces qué podemos hacer? ¿Nos quedamos sin nuestro objeto de deseo? ¡Ni hablar! Una tarjeta virtual bancaria puede ser la solución (gratuita) a nuestro problema. ¿Pero qué son las tarjetas virtuales y cómo funcionan?
¿Qué son las tarjetas virtuales?
Las tarjetas virtuales, también conocidas como tarjetas monedero, tarjetas de papel o tarjetas prepago, son un instrumento de pago que no tiene las condiciones físicas de las tarjetas de crédito o débito y se recargan con dinero de forma manual por el titular. De esta manera, se deposita la cantidad exacta que vayamos a gastar en el momento del pago y no nos arriesgamos a que nos quiten ni un céntimo de nuestra cuenta.
Algunos bancos las emiten una copia en papel, pero la mayoría de las entidades financieras se limitan a ofrecernos una copia digital a la que podemos acceder desde la página web o la app oficial. En todo caso, no tienen banda magnética ni características contactless, por lo que no podemos pasarlas por los lectores de las tiendas físicas... a no ser que tengamos vinculada esta tarjeta a una plataforma de pago a través del teléfono móvil tipo Google Pay o Apple Pay.
En otras palabras: las tarjetas virtuales nos ofrecen un mecanismo mucho más seguro para comprar online. Además, esta seguridad generalmente se refuerza con otras técnicas, como la confirmación a través de un PIN o un código recibido por SMS, e incluso las plataformas de pago seguro que tienen algunos bancos. Y además es compatible con PayPal, por lo que ni siquiera tendremos que dar los datos de nuestra tarjeta virtual a la mayoría de los comercios.
Ventajas y desventajas de las tarjetas virtuales
Una de las principales ventajas de las tarjetas virtuales es que no están directamente vinculadas a nuestros productos financieros. Por lo tanto, si alguien nos roba la tarjeta o sus datos, solo podría acceder a los fondos que hayamos depositado previamente.
Además, también nos ayuda a frenar las compras compulsivas, ya que nos proporciona un modelo de compra más reflexivo. Es decir, cuando queremos hacer una compra debemos ir a la página web, a la app o a un cajero para depositar en la tarjeta la cantidad que nos vamos a gastar, añadiendo un paso más al proceso. Esto puede hacer que nos lo pensemos mejor y decidamos ahorrar ese dinero.
Pero, aparte de todo esto, la emisión de las tarjetas virtuales suele ser gratuita en casi todos los bancos si cumplimos ciertas condiciones. Por ejemplo en el caso de la tarjeta E-Cash del Banco Santander, solo necesitamos realizar un mínimo de tres compras anuales.
¿Pero qué tipo de desventajas presenta ese producto financiero? Básicamente, que solo podemos utilizarlas para hacer compras online y no valen para tiendas físicas (salvo en la mencionada excepción). Además, la gran mayoría no funcionan a crédito, y para algunos puede resultar una molestia tener que recargarlas a través de la web, la app o un cajero cada vez que queramos utilizarlas.
Nuevas tarjetas en tiempos del coronavirus
Con la expansión del coronavirus en pleno apogeo es recomendable utilizar los sistemas de pago digitales sin contacto. Aunque se ha demostrado que es poco probable que nos contagiemos de COVID-19 a través del dinero en metálico, toda precaución es poca.
No obstante, al tiempo que proliferan los sistemas informáticos de pago, también aumentan los delitos cibernéticos y los fraudes. Las tarjetas virtuales pueden ayudarnos a protegernos de posibles robos y estafas, pero algunos bancos han ido un paso más allá para aumentar la ciberseguridad.
De esta forma, BBVA ha aprovechado la coyuntura y ha lanzado Aqua, la primera tarjeta española sin numeración y con CVV dinámico. Y tampoco tiene fecha de caducidad. El sistema funciona a través de una app disponible para dispositivos iOS y Android. Cada vez que queramos usarla, tendremos que entrar a la aplicación y consultar el número de la tarjeta y la fecha de caducidad (ambas ocultas) y el CVV dinámico.
De esta forma, se eleva el nivel de seguridad, ya que, si perdemos la tarjeta, nadie más podría utilizarla para comprar online o realizar pagos digitales. Y encima cuenta con modalidad de débito, crédito y prepago. Justo lo que necesitábamos para gastarnos el sueldo en Amazon.