Hoy es viernes y —como dice el meme— el cuerpo lo sabe. Rubia, negra, roja, ámbar, artesanal... ¿qué cerveza vas a degustar este fin de semana? Ahora todos los encuentros sociales los regamos con este néctar de lúpulo y cebada. Pero si echamos la vista atrás, cuando probamos nuestro primer trago de cerveza, todos recordaremos el asco y la incomprensión. ¿Cómo le podía gustar aquella bebida amarga a todos los adultos? Todo tiene su explicación. Veamos cuáles son las principales razones por las que nos encanta la cerveza.
El gusto por los sabores amargos es aprendido
Hagamos un sencillo ejercicio mental. ¿Por qué crees que te gusta tanto la cerveza? Seguramente pienses que es por su sabor. Imagínatelo: llegas a la terraza del bar (en esta nueva normalidad, siempre con mascarilla), te pides una caña y disfrutas mientras saboreas ese sabor amargo, refrescante y espumoso.
Sentimos romper la burbuja, pero el gusto por los sabores amargos es aprendido. Eso explica por qué cuando probamos por primera vez la cerveza a (casi) nadie le gusta. Y algo similar ocurre con el vino, el té o el café.
Hagamos un viaje a la infancia. A los niños les encantan los alimentos grasos y les vuelven locos los dulces. Estos sabores les ayudan a crecer y desarrollarse físicamente. En cambio, rechazan las cosas amargas, ya que solemos asociar ese sabor con los alimentos tóxicos o no comestibles.
Ese amargor característico de la cerveza se debe al lúpulo, pero no es un sabor que abunde demasiado en la cocina moderna y no solemos estar acostumbrados a degustarlo. Además, beber alcohol nos produce una sensación de calor que puede desconcertar los sentidos si no estamos acostumbrados.
En otras palabras: nos gusta la cerveza porque hemos aprendido a que nos guste. Básicamente, nuestro sistema gustativo se transforma y aprendemos a disfrutar otro tipo de sabores. Pero esta no es la única razón por la que nos gusta la cerveza. Sigamos indagando.
El factor cultural de la cerveza
Si hay algo en lo que todos los españoles nos ponemos de acuerdo es en lo mucho que nos gusta nuestra "cultura del terraceo". Estos momentos de ocio, relajación y liberación, así como los encuentros con los amigos solemos relacionarlos con la cerveza. Esta bebida, además, nos ayuda a desinhibirnos y socializar.
Asimismo, el consumo moderado de cerveza está socialmente aceptado en España. Se trata de una afición bien vista que aprendemos de nuestros padres. Obviamente, sobra decir que no es obligatorio beber ni que nos guste la cerveza para pasarlo bien o para que nos acepten en un grupo.
Relájate y disfruta
El alcohol tiene un efecto relajante y, cuando se bebe con moderación, despierta una placentera sensación de bienestar. Con el tiempo acabamos asociando la cerveza con esa sensación. En cuanto damos el primer trago, nuestro cerebro libera dopamina, produciendo un efecto agradable y liberador.
Por otro lado, las bebidas amargas suelen contener componentes psicoactivos que generan adicción en los consumidores. Véase la cafeína del café, el alcohol de la cerveza o el vino y, en menor medida, la teína del té. Cuanto más bebemos estas bebidas, más nos gustan, en parte por la sensación mental de recompensa que nos aportan. Las personas que prefieren bebidas amargas suelen tener más propensión genética a ceder ante sustancias adictivas.
Ahora que ya lo sabes, ya puedes disfrutar este fin de semana de una refrescante cerveza. ¡Pero recuerda beber siempre con moderación! Y llevar la mascarilla bien puesta: en el codo o en la barbilla no nos protege del dichoso coronavirus.