Invertir nuestros ahorros nos puede aportar grandes beneficios, pero no hay que olvidar que las inversiones también están sujetas a retención fiscal. Por lo tanto, hay que evitar el error generalizado de olvidarnos de los impuestos a la hora de planificar nuestras inversiones. Los impuestos a pagar dependerán del tipo de inversión y de la cantidad invertida, pero siempre podemos recurrir al diferimiento fiscal para aplazar el pago. Veamos cómo funciona.
¿Qué es el diferimiento fiscal?
Es muy habitual retrasar los pagos todo lo posible para mantener el dinero en nuestro bolsillo el tiempo que podamos. Con los impuestos ocurre algo similar. El diferimiento fiscal es retrasar al máximo (dentro de los límites legales) el pago de impuestos por las inversiones.
Cada vez que vendemos una acción, Hacienda pasa la gorra para cobrarnos entre un 19% y un 23% del beneficio obtenido en concepto de IRPF. Sin embargo, en los fondos de inversión no hay que pagar impuestos por los beneficios obtenidos siempre que se reinviertan las ganancias en otro fondo. Eso sí, no nos libraremos de pagar a Hacienda cuando recuperemos el dinero, pero, mientras tanto, evitaremos la pérdida de un 19% en cada operación.
Por esta razón, suele decirse que los planes de pensiones y los fondos de inversión ofrecen ciertas ventajas fiscales frente a las acciones. Antes o después nos tocará pagar los correspondientes impuestos, pero la cantidad de las ganancias generadas por nuestras inversiones puede ser muy diferente, ya que solo se tributa cuando obtenemos beneficios.
¿Para qué sirve el diferimiento fiscal?
El diferimiento fiscal implica retrasar el pago de impuestos sin incumplir nuestras obligaciones con el fisco. Esto permite que nuestras inversiones aumenten más rápido gracias al interés compuesto. Es decir, cuando los intereses generados también producen intereses. Como el dinero que dejamos de pagar se reinvierte, se convierte en la base para generar más ganancias gracias al efecto bola de nieve.
En otras palabras, el diferimiento fiscal es una herramienta al servicio de los inversores que les permite aumentar sus ganancias utilizando mecanismos legales. La cita con la Agencia Tributaria no nos la quita nadie, pero la diferencia son unas ganancias que no obtendríamos de no ser por este "juego" de inversiones.
Tener en mente la fiscalidad de las inversiones es fundamental a la hora de recuperar el capital que genere una ganancia, pero también cuando vayamos a elegir un instrumento de inversión. Y es que ya lo dice el sabio refranero: el dinero llama al dinero.