Llevamos dos años regulares (por decirlo de manera suave), pero estos últimos meses estamos viviendo con la soga al cuello. Las subidas de precios imparables y una preocupante inflación está asfixiando la economía de los españoles. Esto ha provocado que muchas familias tengan que recurrir a los créditos al consumo para poder llegar a final de mes. Y esta tendencia está subiendo mes a mes.
¿Son los créditos al consumo la solución para la inflación?
La situación económica que atraviesa España es preocupante. La inflación, que ya se ha elevado a inflación galopante, aprieta cada día más y a muchas familias no les queda más remedio que recurrir a la financiación para poder pagar todos sus gastos.
Sin embargo, no se trata de la solución perfecta y los bancos no han tardado en activar las alarmas. Desde principios de este año, las entidades han sido testigos de cómo han ido aumentando las solicitudes de créditos al consumo y el uso de tarjetas revolving (que permiten el pago aplazado a cambio de unos ingentes intereses).
Según indican los bancos, el crecimiento ha sido continuo a lo largo del primer semestre, hasta alcanzar un pico del 5% en el mes de junio. Además, durante ese mes se financiaron compras a través de tarjetas revolving con la mayor cuantía desde la pandemia.
¿Cuál es el problema?
Aparte de lo evidente, esta demanda de dinero ha coincidido por dos fenómenos alarmantes. Por un lado, estamos sufriendo la mayor tasa de impagos a entidades financieras desde 2016. De hecho, el Banco de España asegura que la inflación está asfixiando a las familias, especialmente a aquellas con rentas más bajas.
Y esto antes incluso de que lleguen las temidas vacas (aún más) flacas en otoño. Es decir, que no todos están disfrutando del llamado "último verano".
Por otro lado, está la subida de los tipos de interés, que ha encarecido el precio del dinero prestado. En pocas palabras, vamos a tener que devolver más dinero si pedimos un préstamo o un crédito.
El objetivo es frenar la inflación disparada. Supuestamente, también repercute positivamente en los intereses que recibimos por los productos financieros contratados, pero esto no compensa la inflación para las personas más vulnerables. Asimismo, vamos a tener que devolver mucho más dinero si nos conceden una hipoteca. Y eso independientemente de que sea fija o variable, puesto que ya ha subido el precio de todas ellas.
Por lo tanto, deberíamos pensar en la financiación solo como último recurso. Además, si nos basta con una pequeña cantidad de dinero para salir del apuro, hay otras soluciones, como los microcréditos, puesto que la cuantía a devolver será menor. Pero siempre hay que utilizar estos mecanismos con cabeza.
En resumen, la crisis inflacionista no ha hecho más que comenzar. Toca apretarse el cinturón para capear la situación como buenamente podamos.