El comercio online nos ha cambiado la vida. Ahora podemos comprar cualquier cosa en cualquier parte del mundo desde el sofá. Ya sea a través de nuestro smartphone, de un ordenador o de Alexa, comprarnos algo bonito se ha vuelto tan sencillo como pulsar un botón. Sin embargo, ir de tiendas también tiene su encanto y sus ventajas. ¿Pero qué forma de comprar contamina más, ir a la tienda física o el comercio online?
Compra online versus compra en tienda física
A la mayoría de la gente le gusta ir de tiendas. Ver los productos, tocarlos, llevárnoslos a casa en el momento... Sin embargo, tenemos que hacer colas, desplazarnos hasta el centro comercial y lidiar con gente (a veces demasiada). Por otro lado, comprar algo en un comercio online nos ahorra esperas, podemos ver cómodamente todo el catálogo y conseguir ofertas exclusivas o códigos descuento. ¿Lo malo? Que hay que esperar (a veces demasiado) para tener nuestra adquisición en las manos. Ya se sabe: todo tiene sus ventajas y sus desventajas.
Ahora bien, pasemos a términos medioambientales. ¿Qué forma de comprar contamina más? ¿Las nuevas tecnologías un aliado para el medioambiente u otra vez estamos dando un mal uso a internet? Según un estudio que publicó la página web The Kernel antes de desaparecer, hacer 25 pedidos online equivalen a una sola visita al centro comercial.
En otras palabras: contamina muchísimo menos comprar online. No obstante, el impacto ambiental se compensaría si en el coche que va al centro comercial viajan cinco personas e hicieran cada uno de ellos un consumo de, al menos, cinco productos.
Comprar online sí, pero en su justa medida
Pero comprar online también tiene sus problemas. Para empezar, el transporte, uno de los mayores responsables de las emisiones que provocan el cambio climático. Además, también está el problema de las entregas exprés, puesto que muchas veces los camiones de reparto salen a media carga y aumenta el número de desplazamientos. Como consumidores, es nuestra responsabilidad reducir la cantidad de desplazamientos. Para ello, podemos optar por concentrar el mayor número de productos en un solo pedido, y también podemos escoger un punto de entrega cercano al que podamos llegar a pie (como los lockers de Amazon o el Citypaq de Correos).
Otro de los problemas gordos de comprar online son los embalajes. ¿Cuántas veces te ha pasado que has pedido unos auriculares de botón y han llegado en una caja de enormes proporciones rodeados de plástico de bolitas y un envoltorio de corcho? Ese no es el camino. Por supuesto, una vez que ya ha pasado, no hay mucha más solución que reciclarlo todo apropiadamente.
Asimismo, también tienen un alto coste ambiental las devoluciones. ¿Significa esto que nos tenemos que quedar con un producto defectuoso, roto o que no nos sirve? No, pero debemos ser responsables y tomar conciencia social para no pedir una camisa estupenda solo para probárnosla y devolverla sin más.
No obstante, el comercio online también tiene su parte buena que no contamina: el pago con dinero digital. Estos métodos de pago que evitan la fabricación de billetes y monedas son una ventaja desde el punto de vista medioambiental. Además, en estos tiempos del coronavirus, usar el pago contactless es mucho más higiénico y seguro.