Nos ha tocado vivir tiempos interesantes. La pandemia del coronavirus ha llegado acompañada de temporales históricos, el atasco del canal de Suez, el caos político en la vacunación, la caída drástica del valor del Bitcoin, mociones de censura... No hemos tenido ni un segundo para aburrirnos. Y, por debajo de todo esto, silenciosa como una sombra, se cernía sobre nosotros la gran crisis de los semiconductores. La escasez de chips semiconductores ha hecho que conseguir un nuevo iPhone, videoconsola, coche u ordenador portátil sea bastante difícil en los últimos meses. Pero el problema es mucho más serio de lo que parece e incluso pone en jaque la economía mundial.
El problema de la escasez de chips semiconductores
La escasez global de microchips semiconductores está a punto de convertirse en uno de los grandes problemas económicos del año, junto a la subida de la inflación por el desequilibrio entre oferta y demanda. Comprarse un teléfono móvil de última generación o una PlayStation 5 no solo es caro, sino que es prácticamente una misión imposible. Y parece que el asunto, lejos de mejorar, está empeorando. De hecho, durante los próximos meses se va a producir una escasez más intensa con serias repercusiones en la economía global.
Casi todos los productos electrónicos que compramos a día de hoy llevan chips: vehículos, patinetes eléctricos, equipos informáticos, neveras, smartphones, lavadoras, videoconsolas... Hace algo más de un año, con los primeros coletazos de la pandemia del coronavirus azotando nuestros bolsillos, los fabricantes redujeron sus pedidos de chips ante la expectativa de una caída en las ventas.
Pero la demanda de la mayoría de estos bienes se ha mantenido estable, e incluso se ha incrementado. Además, las ventas de otros bienes se ha disparado a medida que la economía reabría.
¿Cuál es el problema? Que se ha producido un cuello de botella que nadie tiene muy claro cuándo se resolverá. La escasez deriva de un incremento repentino de la demanda de chips semiconductores, y ahora los fabricantes son incapaces de cubrirla por completo. Es más, esta tendencia se mantendrá en los próximos años si la demanda no baja.
Ante esta perspectiva, algunas empresas están tirando de inventiva, aunque no siempre es posible. El problema es tan serio que Sony ya ha puesto en marcha planes para rediseñar su flamante PlayStation 5.
Problemas con los fabricantes
Pero la crisis de los semiconductores va incluso más allá. Sus grandes fabricantes, los llamados foundries, se localizan en Taiwán y Corea del Sur y ahora se enfrentan a grandes riesgos. Si no hay chips para fabricar los productos que se demandan, el consumo y la inversión despegarán más lentamente de lo previsto. Y eso repercutirá en la esperada recuperación de la economía. En otras palabras: el mercado podría entrar en dique seco.
Taiwán concentra el 63% del mercado de la fabricación de chips (el siguiente país es Corea del Sur con un 18%). Esta centralización es una vulnerabilidad, pues cualquier contratiempo haría temblar la tecnología mundial.
No obstante, hay otros factores que están a punto de desatar una tormenta perfecta. Según Iris Pang, economista de ING, los tres riesgos a los que se enfrenta Taiwán y, por tanto, la economía mundial, son:
- La escasez de agua. El proceso de producción de chips necesita grandes cantidades de agua ultrapura. Hasta ahora se está priorizando el consumo de agua de las fábricas de semiconductores respecto a la agricultura, pero, si no empieza a llover pronto, la sequía pondrá las cosas aún más difíciles.
- Las elevadas temperaturas. El calor que está sufriendo el país está generando picos muy elevados de consumo de electricidad, lo que ha provocado apagones generales.
- La COVID-19. Por supuesto, nuestro viejo conocido, el coronavirus, también tenía algo que decir en este sentido. Aunque la gestión de la pandemia en el país fue bastante buena, ahora está sufriendo un aumento de casos y muertes que podría derivar en un confinamiento.
¿Cuáles son las consecuencias de la escasez de chips semiconductores?
La primera consecuencia inmediata de la escasez de chips semiconductores va a ser un incremento de su precio. Además, como ya está ocurriendo, los fabricantes de productos electrónicos tienen que trabajar con stocks muy cortos.
Pero, además, todo esto provocaría un retroceso de cinco o seis años en la evolución de la tecnología. Se seguirán produciendo bienes electrónicos, sí, pero con menos funciones que los productos actuales. A su vez, esto podría generar una mayor inflación global.
Asimismo, el sector del automóvil está sufriendo gravemente las consecuencias, con parón de la producción incluido en algunas fábricas. La mayoría de estas empresas también limitó sus pedidos de chips durante la pandemia por la caída de las ventas. Pero, una vez recuperadas y ante un aumento de la demanda, se han encontrado con que los fabricantes habían reasignado los chips a otros sectores.
El futuro ya está aquí. Y pinta regular.