La tecnología nos hace la vida más fácil. Sin embargo, muchas veces no somos del todo conscientes de las implicaciones que tiene adaptar los últimos avances tecnológicos a nuestras vidas. Y es que la tecnología va más allá de la pantalla de nuestro teléfono móvil o de los vehículos eléctricos. Cuando estas innovaciones se aplican a las poblaciones, estamos ante lo que se conoce como ciudades inteligentes. ¿Pero qué son y cuáles son sus características?
Las ciudades inteligentes, las ciudades del futuro
Una ciudad inteligente o smart city es una población que se organiza a través de un sistema complejo e interconectado que utiliza las nuevas tecnologías para gestionar los servicios. Por ejemplo, el uso eficiente de los recursos, el funcionamiento del transporte público y privado, el aprovechamiento de los espacios públicos o los servicios de protección civil.
El propósito de las ciudades inteligentes es detectar las necesidades de los ciudadanos y utilizar esos conocimientos para reaccionar y aplicar medidas innovadoras que mejoran su calidad de vida. Lo ideal es aplicar estas medidas en tiempo real e incluso anticiparse a las demandas de las personas para transformar sus interacciones con los servicios públicos.
Hoy en día ya podemos encontrar plataformas integrales de servicios en diversas ciudades del mundo. De hecho, existen numerosas startups que trabajan para mejorar la vida en las ciudades. Por ejemplo, en varias localidades de Estados Unidos se utiliza la tecnología para predecir patrones de incendios y guiar la respuesta de los equipos de bomberos.
Algunos ejemplos de lo que pueden hacer las smart cities por nosotros
Bien, las ciudades inteligentes buscan un aprovechamiento más eficiente de los servicios, ser más sostenibles y ofrecer una mejor calidad de vida a las personas. ¿Pero cómo logran esto?
Por ejemplo, en Ámsterdam se utiliza un alumbrado público con sensores especiales que permiten regular la intensidad en remoto y, por lo tanto, ahorrar energía. Por otro lado, en Copenhague se ha apostado por el Middelgrunden, una granja eólica marina que pretende suministrar energía limpia para toda la ciudad.
En Singapur utilizan los patrones de comportamiento para mejorar la movilidad, mientras que son numerosas las ciudades que ya utilizan vehículos eléctricos para el sistema de transporte público, buscando alternativas más ecológicas. Asimismo, si nos vamos hasta San Francisco encontraremos contenedores de basura inteligentes que detectan su nivel de llenado. Esto permite cambiar el sistema de recogida en tiempo real para ahorrar costes.
Pero eso es solo el principio. Las startups vienen pisando fuerte para implementar la tecnología en las ciudades, mejorando las estructuras de vigilancia, transporte público y servicios públicos en diversos frentes. Y lo que es más, la ingeniería para el desarrollo sostenible también está ayudando a crear mecanismos alternativos para alcanzar un equilibrio entre el progreso y el medioambiente. Y quién sabe lo que aún está por llegar.